viernes, 8 de abril de 2011

Los “Ninis”: un Peligro para México





Como ya se sabe, vivir en el México actual es un tanto complicado… digamos que es un continuo de hazañas osadas que van desde sortear balaceras y bombardeos diariamente para treparse a un autobús desbocado donde las posibilidades de morir se duplican, hasta arriesgar el pellejo en faenas pagadas con sueldos miserables para ganarse la comida y morir intoxicado si esa comida resulta ser un pozole confeccionado con los remanentes de un connacional.

En este punto de la historia, la vida del mexicano promedio resulta ser un churro de acción y violencia tales, que hace ver a Terminator tan amenazante como una secadora de ropa y a Bruce Willis tan agresivo y valeroso como un diseñador de interiores.


Afrontémoslo, en un país que genera más asesinados que empleos por año y donde la pregunta diaria no es si se recibirá una bala, sino de parte de qué corporación policiaca o criminal vendrá, cualquiera sabe que vive en constante y evidente peligro.


No obstante, para aquellos residentes de las altas esferas, el peligro toma formas diferentes a las pedestres y nada in balas y granadas. Tal es la iluminación de algunos funcionarios y empresarios progresistas, que suelen ver riesgos y amenazas potenciales en fenómenos e individuos inesperados o incluso inexistentes.


En ocasiones, semejantes revelaciones hacen sospechar, a quienes habitamos más abajo, que las esferas en que aquellos moran están tan alto, que el aire enrarecido les hace alucinar o les ha causado daño cerebral permanente.



Peligrosos y mañosos

Estos peligros más infames que cualquier minucia violenta con saldo de 40 mil muertos, como la guerra que vamos ganando, tienen una gran influencia en el apocalipsis mexicano: achacan a los indefensos empresarios, debilitan las buenas conciencias y es casi seguro que impiden que México gane el mundial cada 4 años.


Como ejemplos podemos citar las alarmas propagandísticas que el sector empresarial desató contra López Obrador, Míster Peligro para México 2006, el demoniaco riesgo para la nación del aborto legal y el matrimonio entre homosexuales, escándalo cortesía del clero mexicano, el affair de la bicicleta magnicida a la que Calderón venció en el año del señor de 2008 y por supuesto Carmen Aristegui, Miss Peligro para México 2011 quien perniciosamente difundió el rumor del alcoholismo presidencial.


Hace unos días, otra alarma urgente se alzó en voz de César Duarte Jáquez, gobernador de Chihuahua, prócer recordado por sus fuertes condenas al clima de violencia durante una discusión que abordaba el clima invernal y por no cejar -aunque asesinaran a su sobrino y otros tantos chihuahuenses- en su importantísimo proyecto de vacaciones en Japón.


Esta vez el Gobernador alza la voz contra una amenaza que incuba en los hogares mexicanos, una célula durmiente que ansía unirse a las filas de la delincuencia organizada, seres desalmados que a la menor oportunidad empuñarán las armas para sembrar el terror: Los “Ninis”.





Aquí el ilustre Gobernador en una muestra de elocuencia y precisión políticas...



“Peligrosos y Perezosos”


En estos últimos años a los “ninis” (jóvenes que ni estudian-ni trabajan) se les han achacado infinidad de motes y adjetivos telenovelescos: habitantes del limbo, generación desilusionada, víctimas del virus del desánimo, los jóvenes sin sueños y hasta bola de huevones; sin embargo, nadie había llegado al punto de considerarlos un peligro latente para la seguridad nacional.


El problema según Duarte es que, ante la falta de oportunidades laborales, estudiantiles y el nulo apoyo de las instituciones sociales, el “nini” promedio con el fin de asegurarse el sustento irá directamente a enlistarse en las filas del narco.


Su solución, brillante y directa como las promovidas por Calderón, es militarizar a los “ninis”, meterlos al ejército tres años para quitarles la tentación de unirse al crimen organizado y que no terminen desamparados siendo carne de cañón para los cárteles.


Y no solamente sugiere Duarte que los jóvenes desocupados sean “invitados” a unirse al ejército, sino que también reciban incentivos si deciden unirse o no. Para los enlistados ni más ni menos que una simbólica suma monetaria y para los reacios unas vacaciones de 2 años al penal más cercano.



¡Y 89 Millones de Mexicanos ya dijeron que sí!... creo


Ante tan dramática idea que cimbraría los cimientos de la sociedad mexicana, es indispensable consultar a la población, abrir el debate y escuchar todos los puntos de vista posibles para que todo marche bien y nadie quede injuriado. Un asunto que concierne a un miembro de casi cada familia mexicana debe ser tratado con diplomacia y sensibilidad social.


Y ¿cómo se podría saber la opinión profunda y el punto de vista de todos y cada unos de los mexican@s? Supuestamente a través de un extensivo programa de recolección de datos, creación de foros de opinión, congresos con sociólogos y consultas con cada grupo social. Sin embargo esos métodos anquilosados son poco efectivos y nuestros políticos, siempre progresistas y económicos, tienen otros métodos más expeditos.


Como era de esperarse, es tan atinada la propuesta que el 80% del país ya se manifestó a favor de mandar a los nocivos “ninis” al ejército. Este beneplácito masivo por supuesto no viene de viva voz, sino que surge a través de una encuesta realizada a “nivel nacional”, rapidito en todos los municipios y ejidos del país y cuyos resultados ya fueron verificados y clarificados sin ningún error o irregularidad.


¿Qué cuándo fue la encuesta y quién la realizó? Al parecer la monumental pesquisa se llevó a cabo el 30 de marzo a través de la página de Internet de Grupo Imagen, donde el 77.53% votó a favor de la propuesta Anti-Ninis y el 22.47% en contra.


Ante tan obvios resultados diversos diarios ya anunciaron que el “80% de TODO México está a favor” y más aún, que “80% de los propios ninis” están dispuestos, pronto se anunciará que “TODAS las abuelitas de los ninis” ya les están preparando su lonche y que “TODOS los muertos colaterales de la guerra de Calderón” ya dijeron que sí a la propuesta.


Lo curioso del asunto no es que se diga tan a la ligera que el 80, 90 o 100% del país está a favor de una medida autocrática, irresponsable y errónea, recordemos como ya se han aprobado a lo largo de la historia movimientos misteriosos y hasta perjudiciales –como el Fobaproa y la Ley Televisa- como si todos hubiésemos dicho que sí.


Lo peculiar es que tanto diarios como defensores de la ley Anti-Ninis consideren que los 4842 votos registrados en la encuesta corresponden al 100% de la población mexicana, que actualmente –al menos en esta dimensión- asciende a los 112, 322, 757 habitantes, según datos del INEGI en enero de 2011.


Esto quiere decir que el supuesto 80% de la población que manejan sería de no más de 3 mil 873 ciudadanos en lugar de los 89.6 millones que supuestamente ya dijeron que sí, aunque ni votaron en la encuesta.


Y no es que sea mi intención sugerir siquiera de la manera más venenosa y velada el hecho de que la encuesta sea insuficiente –hasta lo risible- para medir la opinión del país entero. Quizás el público focal de quien se requiere el beneplácito no somos los mexicanos comunes, tal vez la encuesta fue realizada solamente para las castas dominantes, los ya mencionados habitantes de las altas esferas.


Después de todo en un país donde las decisiones siempre se toman en altas oficinas ejecutivas y cámaras –o recámaras- de altos políticos, ¿a quién le importa lo que tengamos que decir 112 millones de muertos de hambre sin doctorados con Milton Friedman y que no somos para nada Palacio?



Ni Problema


Sobra decir que la maniobra del gobernador chihuahuense parece, en teoría, perfecta, y hasta incluye reciclaje, pues al quitarle esbirros potenciales al narco, se obtiene la perfecta carne de cañón para alimentar la maquinaria bélica que ronda por las calles mexicanas, cebándose de civiles desde hace varios años.


Sin embargo, contrastada con el entorno actual de México, resalta solamente como otra de esas desafortunadas baratijas políticas que se empujan como leyes en el Congreso, ocupando el lugar de propuestas más pertinentes, y que muchos legisladores blanden con inamovible pasión y patriotismo, para que no se note que la garabatearon en una servilleta sucia, segundos después de despertar de su siesta (o hibernación) en la curul.


Además de emitir un tufillo fascista y desesperado, la propuesta de militarizar a la población joven del país para alejarla del crimen, representa un pobre placebo para problemas más profundos y en el fondo insinúa a que el desastre social del narco se alimenta directamente los “ninis”.


En cierto modo Duarte sugiere que cualquier joven desempleado tiene como primera opción unirse al crimen organizado, para ganar dinero y estatus social fácilmente, como si el perfil psicológico, la formación familiar y la ideología de cada joven fuese la misma: un psicópata materialista en potencia.


Este punto de vista no dista mucho de aquel clásico aforismo defendido por las clases altas, de que el pobre y el desempleado siempre son los primeros en delinquir, mismo que la historia tiende a desmentir pues los crímenes más atroces se miran siempre cometidos por los acaudalados y los poderosos.


Asimismo, el Señor Gobernador parece pretender taponar las verdaderas causas y efectos de los fenómenos “nini” y narco. Parece no ver que el 5.43% de la población económicamente activa está desocupada, que 7.9% deriva en el subempleo sin posibilidades de crecer, y que en algunos de los estados más azotados por el crimen organizado como Sonora y Tamaulipas el desempleo asciende al 7.37 y 6.91% respectivamente.


Esto nos remite a una inevitable correlación entre violencia y desempleo: en un sistema social donde el gobierno invierte más en tácticas violentas y propaganda que en reforzar la infraestructura laboral, sus mismas maniobras bélicas incrementan la agresión a la población, creando inseguridad y forzándola a cerrar sus negocios por falta de clientes o por intimidación.


Olvida también que muchos jóvenes no ingresan a las filas de los cárteles por “puro gusto” y que en muchas ocasiones la propuesta es “plata o plomo”, lo que causa a muchos terminar al mando del crimen para salvar la vida o la integridad de la familia.


Todo esto se aúna a la falta de oportunidades laborales satisfactorias reales, la incompetencia de las autoridades para garantizar la seguridad de la población y el alto nivel de corrupción y deja ver que los “ninis” no son la causa del problema sino otro síntoma del fallido sistema global y nacional.



Ni Solución


Obviamente, cualquier persona razonable pensará que la solución a problemas relacionados con desempleo y violencia, es la aplicación de programas que generen fuentes de empleo sólidas, apoyo a pequeñas y medianas empresas para surgir o no desplomarse y por supuesto cambiar el “combate” al crimen de un desfile imbécil de escaramuzas y matanzas por la investigación y prevención del delito… pero recordemos que mandatarios y políticos mexicanos pocas veces se distinguen por ser razonables en absoluto.


En vez de eso lo mejor que tiene Duarte es una solución que anuncia fracaso y amenaza con desestabilizar aún más la ya precaria estructura social mexicana. Pero, digamos que de algún modo pudiera militarizar a todos los “ninis”, que su delirio da frutos y que en unos pocos meses la policía militar mexicana irrumpa en los sótanos y las alcobas desordenadas donde muchos habitamos conectados al cerebro masivo del Internet, para llevarnos a rastras al cuartel a que nos hagamos “hombres de verdad”, de esos héroes que a veces se confunden con autómatas sanguinarios o fanáticos derechistas que darían la vida por Fecal.


¿Qué es lo peor que podría pasar? Pensarán algunas buenas ánimas de la patriótica derecha política ¿de qué sirven esos “ninis” si no trabajan ni estudian, que se vayan a la guerra? Elucubrará el hombre de acción que celebra cada que el ejército comete una masacre o un atropello sea contra criminales o contra civiles que tuvieron la desgracia de parecerlo.


En cierto sentido lo que podría pasar es exactamente lo que trata de prevenirse.


De crear una fuerza armada compuesta o apoyada en efectivos renuentes y poco motivados, prestos a desertar a la menor oportunidad para librarse de la humillación aderezada con mala paga, la efectividad –ya de por sí dudosa- del ejército se desplomaría, se contaría con elementos poco disciplinados más prestos a cometer atropellos o incluso a desertar, corromperse y cambiar de bando.



Eso sí, en el ejército todos tienen su lugar y dignidad....


Del mismo modo, al terminar –sea la guerrita de Calderón o los 2 años de servicio- los supervivientes serían prontamente despedidos de su servicio “voluntario”, y terminarían enfrentados a la misma realidad de desempleo, pobreza y carencia de posibilidades de mejora. Empero esta vez contarían con entrenamiento militar y serían incluso mejores prospectos para las filas del crimen.


¿Y qué hay de aquellos que prefieren evitar los conflictos? Ya la migración es un problema grave en México y las patrullas fronterizas norteamericanas y su migra están más que hartos de retornar mexicanos. Hasta participaron en un reality show en National Geographic para intentar disuadir, muy sutilmente a posibles migrantes de enfrentarse con ellos y sus cada vez más socorridas revisiones de cavidades.


Imagine usted si se suscitase un éxodo masivo de “ninis” que escapan de la guerra, una generación de tecnófilos bilingües, muchos con carrera profesional terminada, una fuga de cerebros literal. No olvidemos que los “ninis” no son solamente holgazanes truncos y remilgados, que huyen del trabajo real, como políticos, sino que conforman la futura fuerza de trabajo de México. ¿Qué propondría Duarte entonces? ¿Fusilamiento para quienes traten de escapar de la guerra política de Calderón?


No solo asoman las posibles consecuencias socioeconómicas, por supuesto cabe mencionar ciertas minucias liberales como la dignidad y el respeto a la vida y decisiones individuales, esas cosillas que ya hace varios años dejaron de existir en México.


El hecho es que hasta los “ninis” somos seres humanos, dotados de una capacidad de decisión que nos permite discernir si queremos o no morir inútilmente en una guerra política e infructuosa que solo sirve para legitimar a un presidente de dudosa procedencia.


Ante esto, dice Duarte que el subsoldado raso Nini, no iría de entrada al campo de batalla, no, sino que serviría pintando bardas y levantando cadáveres de terrenos baldíos, por el bien de la nación… pero claro en caso de extrema necesidad toda la fuerza militar sería enviada a la “guerra”, fuera contra el crimen o contra la insurgencia terrorista, o bien, la gente que harta de la matanza se alce contra el enano y sus secuaces. Y ¿cuándo se suscitaría esta necesidad apremiante? Digamos que cuando Calderón decida declarar estado de guerra, cosa que podría pasar muy pronto, ya que al presidente le “gustan los retos estimulantes”.


¿Y qué hay más estimulante que una matanza a lo bruto donde se masacren mutuamente posibles disidentes políticos y criminales? Es otro ganar-ganar para la demagogia donde, como siempre, la única pérdida es daño colateral.



El “Nini” que todos llevamos dentro


En su trágica propuesta Duarte falla como político, en el sentido no-mexicano de la palabra, al ignorar que los “ninis” no son solamente un sector de zánganos egoístas como el imbécil promedio puede sospechar.


Debajo del estereotipo y la caricatura unidimensional que los medios y los políticos se han encargado de crear en torno a esta población creciente, nacida de la ineficiencia e ineptitud del sistema económico y los gobiernos, subyace una potencia social oprimida por un ambiente hostil donde la estigmatización es la regla.


En cierto sentido el rito social que aqueja a los “ninis” no es ser productivo en sí, sino doblegarse y aceptar condiciones laborales deplorables, en trabajos mediocres, donde ni siquiera harán uso de sus aptitudes personales y donde deberán entregar su tiempo y vida a cambio de salarios famélicos, perdiendo poco a poco cualquier rastro de ilusión y aguantando la frustración y el abuso como “buenos machitos” y “mujeres decentes”.


Mirando un poco más allá del mito podría incluso decirse que todos los mexicanos somos “ninis” en potencia, piénselo, como está la cosa usted podría, en cualquier momento, perder su fuente de ingreso y terminar en el “limbo” por un buen rato. Y entonces no creo que le gustaría que su mejor opción fuese la de convertirse en tiro al blanco disfrazado de militar.


Consideremos también que por más que le pese a Duarte y todos los que consideran a los “ninis” como seres grises y nefastos para el país, nadie tiene el derecho de mandar a un semejante –o ligeramente diferente- a la guerra, ni de usarlo como carne de cañón porque no cumple con una expectativa socioeconómica en un país donde ni siquiera existen posibilidades para efectuarla.


Tanto a Duarte como a quienes condenan a los “ninis” les haría falta algo de reflexión sobre el fenómeno del desempleo, la falta de oportunidades en México y su relación con el narcotráfico.


¿Piensan que solo el joven desempleado promedio aspira a unirse a las filas del narco? Pues también existen los casos de policías de todos los rangos quienes a pesar de estar “trabajando” decidieron unirse al crimen organizado, están los políticos quienes aún recibiendo sueldos millonarios se convierten en siervos de los señores del crimen, existen los casos de padres de familia quienes tras perder su fuente de trabajo caen en las filas del crimen por falta de opción o extorsión, también hay casos de niños y preadolescentes reclutados desde muy temprana edad y quienes aprenden a utilizar un AK47 antes de saber dónde diablos queda Rusia en un mapamundi.


En suma la maquinaria de reclutamiento del narco se alimenta de fuentes mucho más complejas y profundas de las que se pueden enumerar aquí, y el ridículo intento de Duarte de hacer ver a los “ninis” como la principal fuente de narcopersonal solo demuestra cuán corto de vista y cuán falto de soluciones reales resulta ser el querido gobernador.



Los Verdaderos “Ninis”


Hablando del génesis de los graves problemas sociales que nos aquejan y de los actores reales del terror en el que vivimos, me parece que el Gobernador Duarte, debería tener más cuidado al sugerir mandar a la guerra a los “inútiles” y “posibles criminales”, a menos que quiera terminar sirviendo al país en la línea del frente, abandonando su cómodo cargo de burócrata sobrevalorado.


Este comentario es expresado con todo el respeto que un político mexicano me merece, claro está, y solo pretende llamar la atención hacia los causantes que por omisión, corrupción o desatino han causado –y siempre causarán- los peores desastres sociales y económicos a nivel mundial.


Obviamente me refiero a quienes siempre toman las fatídicas decisiones que nos ponen al borde del abismo, o sea, la clase política, empresarial y hasta clerical.


Si alguien lo duda lo invito a pensar en quién declaro la guerra frontal al crimen desatando la ola de violencia, quiénes permitieron que el aparato policiaco y gubernamental se corrompiese hasta el tuétano, quiénes aprueban leyes estúpidas y autocráticas que dañan a las mayorías en beneficio de la minoría oligarca, quién estrangula al mercado y la industria acaparando las fuentes de ingreso y derribando pequeñas empresas, quién se ocupa de mantener quieto y manso al pueblo para que acate las órdenes o ignore las atrocidades, quién a través de la historia se ha ocupado de promover la idea de que a más sufrimiento más recompensas esperan.


Esta cofradía de cuatreros, aspirantes a super-villanos, pederastas y billonarios feudales no son no solo los iniciadores del absoluto desmadre que nos aqueja, sino también sus perpetuadores, defensores y hasta beneficiarios pues mientras el pueblo es distraído por telenovelas, misas y la diaria proeza de sobrevivir, ellos abusan y violan a su antojo, mamando (sin albur) los recursos naturales y la riqueza del país, pues más que zánganos parecen sanguijuelas o mosquitos transmisores de malaria.


Son un problema tan grande que el término “nini” no basta para describirlos, porque ni cumplen con sus funciones, ni evolucionan, ni les importa, ni nada.


Para Acabar


Si se pretendiese enviar a los verdaderos elementos parasíticos de México directo al trabajo manual mal remunerado o a una lucha donde sus posibilidades de sobrevivir son casi nulas, créanme que yo sería el primero en manifestarme a favor. Hasta alzaría una cooperación de barrio para financiarles un bonito desfile y regalarles un uniforme con una vistosa “X” para que los contrarios tuviesen una vista fija del objetivo.


En verdad que bien encaminada la propuesta de Duarte Jáquez tiene posibilidades históricas, y solo podría equipararse a movimientos bélicos apurados por grandes líderes. Recordemos que Hitler hizo algo similar, durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, cuando su ejército había sido aplastado mandó reclutar a niños, ancianos y enfermos para efectuar una última defensa desesperada en la Berlín tomada por los Soviets.


Pensando a futuro, la ley anti-ninis puede sentar precedente para legislaturas más duras contra la desocupación y la vagancia. Duarte bien podría extender su propuesta hacia los jubilados o ancianos desempleados, para evitar que las abuelitas se conviertan en peligrosas secuestradoras, y hasta podría organizar programas para los niños de la calle, para que no se vuelvan “chiqui-sicarios” y puedan ser utilizados por el ejército como limpiadores de armas, chalecos vivientes o desactivadores de de minas antipersonal.


Proximamente: Las Nanas al Ejército


Ante genialidades de tal envergadura solo queda preguntarse ¿De dónde carajos salió? ¿Será que el adelgazamiento de las filas castrenses aqueja a Calderón, Duarte y a otros mandatarios pro-guerra? ¿Será que los soldados ya están hartos de luchar una guerra que no puede ganarse? ¿Será que se acaban los efectivos pues los matan o desertan y pronto se necesitará más carne para alimentar el ego de Calderón? ¿Será que ya está previsto un recrudecimiento en la violencia y este disparate fascista es un aviso de lo que viene?


O ¿Será que es solamente otro cómico desatino por parte de nuestros queridos “ninis” políticos, siempre dispuestos a alegrarnos el día con uno de sus chascarrillos que, aunque dichos en total seriedad, no pueden provocar más que un trágico ataque de hilaridad?


Sea cual fuere el caso y como dice la canción “Mal Bicho”, yo no voy a la guerra, a la violencia, a la injusticia, ni a su codicia. Llámelo por falta de sentido patriótico, por egoísta, y hasta por no ser macho, no faltaba más, y este último “insulto” hasta lo agradecería, pues lo menos que quisiera ser es un peón orgulloso de la ideología brutal que nos avergüenza como nación.


Al final todo se reduce a la simple dignidad de estar vivo, a la capacidad de decisión y al deber ético de decir no a la violencia, al servilismo y al atropello de los derechos individuales y la libertad.


Decir no a todos los vicios gubernamentales y arribistas que tanto Duarte como Calderón encarnan y venden a los incautos como planes de gobierno y leyes, que ni resuelven problemáticas ni pretenden resolverlas.


Para el gatoclonado


Cef Vil


.C.

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