sábado, 13 de diciembre de 2008

Exijo Mi Excomunión

Desde que tengo memoria, hará de esto unos 18 o 19 años, me tienen a la fuerza atado a una asociación delictiva, que ha sostenido su larga permanencia en el mundo a base de robos, conquistas, destrucción de culturas a nivel mundial, erradicación de mercados competidores y la esclavización casi total de las criaturas vivas.

Y aunque parezca me refiero a un cártel criminal de narcotráfico o cualquier empresa transnacional con sede en Estados Unidos, más bien hablo de un órgano innecesario que contamina a todos los sistemas del cuerpo social localizado en el recto del mundo, el Vaticano.

Como ya habrá usted adivinado, hablo de la Iglesia Romana Católica Apostólica.

¡Qué va, si desde que no tengo memoria ni facultad de replicar, mis familiares me obligaron a “pertenecer” al rebaño de crédulos que a nivel mundial llevan la marca ganadera no con fuego, sino con agua!

Si se pregunta usted como demonios un ateo fanático está unido a la iglesia, sino es por la alergia filosófica que obliga a criticarla a diario, debo responderle que estas ataduras son simbólicas, y se conocen en la mitología cristiana como sacramentos. Estoy bautizado e hice mi primera comunión a los diez años, como es costumbre en este país bárbaro.

De ser escandaloso diría que estoy circundado por la pestilencia eclesiástica, llevo la marca leprosa del cristo, me envuelve la desgracia de ser miembro, inactivo pero al cabo entre las filas, de la institución nociva a la que debemos atrasos incuantificables en la ciencia médica, el arte y la bioética. No lo veo así, pues aceptar estas nociones sería sazonar con gnosticismo, cosa que igual me repugna, sin embargo siento la pequeña urticaria de saberme inscrito en los libros gordos de los contribuyentes del diezmo.

De estar metido forzosamente en el partido nazi o en la asociación nacional de rifles, ¿no sentiría usted una suerte de vergüenza por la proximidad hacia estos clubes infames de imbéciles violentos, necrófagos, totalitarios y segregacionistas? Imagínese como se siente estar cerquita de la iglesia sin quererlo. ¿No haría todo lo posible para alejarse?

Así pues, desde hace un tiempo vengo pensando en una manera de consumar mi divorcio total para con la iglesia. Si seguimos la lógica de Fernando Vallejo, mi divorcio tendría hasta marco legal, pues para el escritor colombiano la iglesia católica es una Puta (con mayúscula), y en las leyes vigentes de México, la bigamia, el adulterio y demás “excesos” son motivo de terminación matrimonial. Para mí esta Puta de Babilonia, no hace méritos para ese nombre, no merece ostentar similitudes con las socialmente útiles meretrices, ni con cualquier criatura viva.

La iglesia sería en términos simples pura mierda, y ni siquiera eso, pues el excremento representa oportunidades de vida para ciertas especies de escarabajos y bacterias, que la reciclan y tornan materia fecal en sustancias nutritivas para el sustrato o incluso en pequeñas viviendas para sus crías.

Más acertadamente, la iglesia está hecha del mismo componente que el cerebro de los políticos mexicanos, un símil de la antimateria con propiedades degenerativas para cualquier otro compuesto que se le acerque.

He llegado a la conclusión de que la mejor medida para lograr esto es exigir mi excomunión, derecho que todo católico/cristiano tiene a su disposición cuando actúa en desacuerdo con los mandatos divinos, o mejor dicho, las conveniencias de las autoridades apostólicas, tan mundanas como la burocracia.

Lo bueno de los mitos y ritos judeo-cristianos es que junto con el boleto al cielo, que se paga en abonos chiquitos durante toda la vida como si de un electrodoméstico vulgar se tratase, uno tiene también garantizado un pasaje de ida, sin escalas, al Infierno.

Un lugar que de ser la mitad de hermoso a como lo dibujaba Doré, es digno de visitarse, sin mencionar por la cantidad de intelectuales y gentes interesantes que se fueron directo, por no arrepentirse en el último momento, como tantos pedófilos, asesinos y ecocidas que andan revoloteando allá arriba y defecando sobre nosotros, cuales pajaritos, su legado destructivo.

Lo malo, es que de la iglesia no se puede divorciar tan fácilmente. Por más similitudes que tenga con un servicio de correo basura o un banco, no basta con dar un clic para anular el recibimiento del spam, ni cancelar la cuenta para quedar totalmente expulsado de ella. Hay que cumplir con ciertos requisitos muy específicos, expresados en el derecho canónico, también conocido como el chueco dogmático.

Según los mochos, y el canon 1331 § 1, la excomunión es: la pena que excluye al reo de delito de la comunión con la Iglesia. El excomulgado entonces es privado de recibir los sacramentos, tener participación ministerial en la eucaristía o de desempeñar cargos ministeriales. Entre otros efectos se encuentran la imposibilidad de recibir “dignidades” por parte de la iglesia o el cese de cualquier pensión que esta otorgara.

Tales cuestiones no me preocupan, pues jamás he tenido vocación de párroco, el catolicismo más bien quita dignidad y hasta donde recuerdo, la iglesia no me ha dado pensión monetaria alguna, más me quitó cuando me obligaban a dar limosna en el colegio.

El excomulgado es visto como una bestia entre las ovejas, pues ante su presencia deberá suspenderse la eucaristía, hasta que lo saquen con trinches y antorchas, y carece de cualquier privilegio feligrés, como el magnífico derecho de divertir al morboso cura contando sus pecados más íntimos, o entregar a sus hijitos para que el ministro les inspeccione la virginidad.

En este canon, un compendio jurídico repleto de idioteces, torzones, elasticidades y agujeros, tal como la constitución mexicana que propone Fecalito, se mencionan como causas de la excomunión: profanación de la eucaristía, violencia física contra el papa, violación del sigilo sacramental, apostasía, herejía, cisma, aborto, violencia a un obispo, además de intentar oficiar misa sin licencia o de casarse siendo clérigo. Esto para la excomunión latae sententiate, o sea, en automático, rapidito, sin chistar.

Al consultar esta información me di cuenta, tristemente, de que no acumulo todas las condiciones para irme raudo al Infierno. Soy macho humano, he ahí que no he abortado, y por mi asco a los gérmenes del hombre jamás tocaría a un obispo o papa. Nuevamente, como cuando apliqué para convertirme en Gato Honorífico dejando de lado la condición humana, temí quedarme corto en los requisitos, ya que carezco de visión nocturna y no podría lamerme todo el cuerpo aunque lo intentara de verdad.

Revisando de nuevo, me encuentro culpable de herejía, apostasía y de cisma. Tomando en cuenta que el catolicismo valida cualquier pequeñez para condenar a otros me encuentro candidato viable para la excomunión.

Por motivos de la crisis económica que atraviesa el mundo me privo de organizar una celebración para este acontecimiento. Sin embargo esta tragedia no me priva de redactar formalmente una carta al papa y a todos los beatos poderosos que pueda para que me cumplan mi deseo de navidad adelantado.

Con toda la contumacia me dirijo al pontífice Benedicto XVI así:

“Estimado Papa Benedicto XVI:

Por medio de la presente y dando uso a mis derechos como católico registrado, mas no creyente, exijo mi excomunión.

De la manera más atenta le solicito utilice sus potestades como ministro supremo de la Iglesia Católica para separarme formalmente de la citada institución, que ha mostrado a través de la historia ser un medio de control político y psicológico que actúa con vileza y dolo para someter a la humanidad a un dominio totalitario, sea por medios físicos o mentales, como la Inquisición, los Autos de Fe, o el amedrentamiento, chantaje y amenazas con males eternos.

Estos medios, ideas, actos y atentados continuos contra los derechos individuales y la libertad de pensamiento, me llevan a discrepar con las políticas de la empresa a la que usted representa, a la vez que refuerzan mi decisión de rechazar los sacramentos y cualquier afiliación simbólica con su deidad, culto, dogmas, religión o derivación de estos.

En esta carta expreso mis posiciones filosóficas sobre la existencia materialista del universo, mi adopción de la teoría evolutiva, mi uso personal de anticonceptivos, mi posición favorable frente al aborto, mi beneplácito ante la igualdad entre animales y humanos, mi negación a la existencia de cualquier mesías, deidad, paraíso, o acto milagroso que su religión promociona. Tales ideas representan herejía, cisma y apostasía, causas terminantes para mi excomunión ad latae sententiate, según el canon 1331 del derecho canónico.

Así mismo me permito recordarle la participación de su Iglesia en genocidios, como las Cruzadas, el asesinato de los albigineses en Beziers en el año de 1209, la cacería mundial de brujas y los cometidos durante los períodos de funcionamiento de las diferentes Inquisiciones. Además cito la inercia de su institución ante el genocidio Nazi, hecho en que los miembros de su iglesia fueron cómplices, como el arzobispo Jagger de Paderbron, el obispo Wethmann y el obispo Rarkowski, todos elogiadores de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.

Menciono también el apoyo eclesiástico destrucción de las culturas nativas durante las invasiones conquistadoras a América, donde sus pastores hicieron todo lo posible para eliminar terminantemente cualquier rastro de cultos indígenas, a la vez que destruyeron físicamente restos históricos y expresiones artísticas creados por aquellos seres humanos.

Todas estas evidencias documentadas contradicen los valores de su fe, y me impulsan a pedirle que con la mayor urgencia pronuncie, redacte o haga lo necesario para que mi excomunión entre en vigor lo más pronto posible.

Me considero ateo, agnóstico, no-creyente, blasfemo y he consagrado parte de mi obra escrita a cuestionar, y acaso desmentir, los dogmas y enseñanzas de su mesías, que su creencia maneja como ciertos e inmutables.

Por todo lo expuesto y demás razones exijo ser excomulgado de su iglesia, cesado de todo título católico, y de ser posible borrado de las listas de control que puedan tener en su poder como institución mundial.

Finalmente le envío un cordial saludo y quedo de usted, esperando su respuesta.

.C.”

En verdad si con esto no me excomulgasen, tendría que proceder a actos menos corteses, como el vandalismo contra las iglesias. Estas acciones si bien suenan como potenciales liberadores de endorfinas y aventuras osadas que alzarían mi ego, son un peligro vital, pues la sensación de bienestar filosófico terminaría en cuanto encendieran la hoguera en el atrio de la catedral local.

Por supuesto, reciba o no respuesta a mi petición seguiré escribiendo contra la “Puta de Babilonia”, la “Hemorroide del Mundo”, hasta que me aburra del tema o venga el Apocalipsis. Dios dirá.

P.D.

Por disposiciones en las leyes burocráticas eclesiásticas, que se adjudican todos los bienes del mundo, hasta la información, ningún apóstata (o renegón de la fe) puede darse de baja de la secta a la que pertenece.

Esto es una violación directa al derecho de Protección de Datos, que se aúna al carácter de posesión material que los mochos creen tener sobre cualquier humano inscrito en sus listas, sin embargo, como todas las idioteces bíblicas ha de tomarse a risa, pues reitero es como permanecer registrado en las agendas de envío de correos basura sobre viajes a Disneylandia y Viagra a mitad de precio.

Les dejo el mail del papa por si desean enviarle un saludo afectuoso y felicitarlo por su descubrimiento certero de la existencia del infierno:

benedettoxvi@vatican.va

Para Gato Clonado (válgame la blasfemia)

Cef Vil

.C.

Aviso:

Si algún percance inexplicable, milagroso o destructivo le sucediese a este blog a su autor, responsabilizo a cualquier grupo fanático católico-cristiano, mexicano o de cualquier nación por todos los daños y prejuicios. Léase Opus Dei, Legionarios de Cristo, satanistas o cualquier secta cristiana que exista.

sábado, 6 de diciembre de 2008

¿Y esos cuentos qué?

Hace unos días publiqué dos cuentos de amigos cercanos y dos míos en el blog. Y aunque pareciera que lo hice por soberana y redundante pereza creativa, me permito esclarecer su presencia en el Gato Clonado.

Como ya sabrá (o sentirá) usted querido lector, la crisis económica hace estragos en el bolsillo internacional, terminando de deshilachar los precarios parches en los diminutos monederos mexicanos.

Todas las clases sociales resienten el golpe, sea en cosquillitas bajo los pies como los potentados, o en electroshocks genitales como los sectores medios y populares.

La cosa está más dura que nunca, tan dura que obliga a muchos a robar para conseguir el sustento básico.

Este feísimo acto de la cleptomanía no se limita a las clases humildes, corren rumores infamantes de que algunos divinos empresarios mexicanos roban al erario público haciéndola de funcionarios y que curas católicos llevan siglos hurtando a la sociedad con impuestos culposos llamados diezmo.

!Hasta de profesores con doctorado se dice que hurtan trabajos ajenos para sortear la necesidad!

Sin embargo en su caso la urgencia no es alimenticia, sino puramente económica, pues los proyectos robados se destinan a sostener las becas que ciertas asociaciones otorgan a investigadores, con bonos de modestos $15,000 para el que mantenga una vida académica activa.

El robo acaso es entendible pues... ¿Cómo van los pobres maestros a sostener una vida sana al tiempo que dan clases y preparan investigaciones arduos como curas escribiendo sermones, todos ajetreados sin poder idear proyectos originales para retener sus insumos extra?

La verdad lo ignoro, y no me importa. Pero dado el hecho de que estos cuentos fueron utilizados para un proyecto escolar, me vino la gran idea de publicarlos en internet, para que al menos estuviesen protegidos por las legislaciones de Creative Commons.

Irónico, sí. La red es la tierra sin ley donde la piratería supera al libre comercio y los plagios se hacen con dos clicks, copy/paste, sin embargo es un alivio temporal durante el cruento proceso de inscripción de las obras en la ley de derechos de autor mexicana.

Podría parecer excesiva la medida, ingenua incluso, pues el robo de trabajos en la comunidad académica local es tan solo un rumor, o al menos un hecho que no se filtraría tan fácilmente. Además nadie en sus cabales plagiaría cuentos de estudiantes, mas, cabe mencionar que los doctores cleptómanos pocas veces pueden catalogarse de cuerdos.

Sea como sea, hice ya gala de paranoia y orgulloso de ello, complemento este post aclarativo publicando algunos de los gráficos que acompañaron estos cuentos en el proyecto denominado "Si yo te contara", una colección de cuentos bizarros, compilada con el objetivo utópico de promover la lectura entre los mexicanos.

Aquí la portada...
























El cartón ilustrativo para "Dos Techos"...
























Y la imagen para el cuento "¿Por qué le festejan?"



























Para Gato Clonado

.©.

Patente en trámite bajo la ley de derechos de autores maníaticos, se prohíbe su reproducción o clonación total o parcial en burdeles, plataformas espaciales, carreteras, manicomios o cualquier trabajo escolar o profesional perezoso.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Algunos cuentos...

Algunos cuentos míos y de amigos...

La cuidad de las orquídeas


El reloj marco las 7. Marco esperó como siempre en el camino contiguo al café. Mirando el paso de la gente que atravesaba la avenida, buscando en cada rostro los rasgos definitivos y las manos correctas. De repente la vio, de la mano al bolso, apurada y distraída por las sombras del atardecer. Marco pensó que era el momento ideal para abordarla y robarle el nombre de una buena vez, ya tomada la decisión se aventuro empujando a la gente y se acercó hasta ella, tan cerca que pudo casi olerla. Cuando la tuvo de frente sintió un tremendo golpe en el estomago y calló al suelo. Al despertarse estaba en el piso de la cocina, el efecto de la dosis había pasado, era la tercera ves que se quedaba tan cerca de lograrlo, apretó los dientes y se fue quedando en silencio pensando en como recolectaría el dinero suficiente para la siguiente noche y proseguiría su visita al país de las orquídeas.

Las avenidas destilaban el olor a mayo, las flores que colgaban de los puentes adornaban toda la ciudad, mientras Marco espiaba la gente que caminaba de salida a la avenida central. La dosis de esa noche había costado mucho, no quedaba más que vender o empeñar en casa, el cuerpo delgado y las ojeras indicaba la mala vida que los últimos meses se había vuelto una obsesión, a igual que esa extraña mujer que recorría las avenidas después de las 7.

Marco no se dio cuenta como inicio su afición a la heroína, pensaba para si mismo que si era posible conocer a la extraña mujer de las 7 en el mundo de los sueños, entonces seria posible quizá que ella también existiera en el mundo real, era factible entonces hacer la larga búsqueda a través del estado de sumersión provocado por el efecto de la heroína, una vez logrando el primer contacto seria mucho mas fácil encontrarla en el mundo real.

15 minutos habían pasado desde la campanada de las 7, Marco estaba impaciente, la preocupación por el desvanecimiento del efecto volvería inútil el viaje de esa noche.
Repentinamente la vio saliendo por la escalera, corrió de nuevo hacia ella, tocó suavemente su hombro, y sintió como su rostro volteo hacia él. Por fin conocería su rostro, pensó Marco emocionado. Súbitamente el vació y el dolor de su estomago se hizo presente, su tiempo en el país de la orquídeas había terminado.

La barba estaba sucia, y su silueta por más esquelética y triste, Marco se observaba en el reflejo del aparador de la farmacia, apenas y se reconocía a si mismo, pero eso ya no importaba, todo su empeño estaba puesto en conocer a la mujer de las 7, aunque fuera lo ultimo que hiciera.

El arrendador nunca tuvo una buena relación para con Marco, y esa mañana le advirtió sobre el adeudo por el pequeño cuarto que ocupaba… ya tenia dos meses de retraso. Esa misma tarde lo desalojaría según sus propias palabras. Cansado y pensativo Marco tomo algunas cosas y las metió en su mochila, un par de fotos, algunos libros y el viejo reloj de su madre, quizás alguien le daría un poco de dinero para comer algo, o en el mejor de los casos lograría conseguir lo suficiente para su boleto nocturno a la ciudad de las orquídeas.

Bajo el puente, vagabundos y perros comparten calor, vidrios y agujas cubren el suelo como adorno perfecto para el picadero, Marco se había jurado jamás visitar un lugar así,
Pero el frió y su reciente situación de desalojo no le permitía alguna alternativa más.

El viejo reloj de su madre le valió una buena dosis, una jeringa en el piso parecía en buenas condiciones, y aunque muchas veces le advirtieron sobre no comprar heroína en esos lugares por su baja calidad, para Marco no había diferencia.

El piquete fue rápido, la sensación de adormecimiento subió por su brazo directo al corazón, Marco sintió como sus pasos lo llevaban de nuevo a la ciudad de las orquídeas.
Eran mas de las siete, una mujer salía de la avenida para abordar un taxi, miró hacia atrás en un par de ocasiones como si buscara a alguien entre la gente con un aire de melancolía.

Marco cruzó la avenida tan rápido como pudo, la mirada de la asombrada mujer se clavo en sujeto mal rasurado que corría hacia ella. En silencio ambos se contemplaron por un largo rato, como si fuera el comienzo de una vieja película a blanco y negro. Marco esta vez no sentía la preocupación del abandono de los efectos de la heroína, o de despertar en el piso del puente, esta vez era diferente, podía perderse en la mirada de su extraña mujer, las personas que pasaban a su lado lo saludaban y sonreían, su nacionalidad como habitante de la ciudad de las orquídeas le daba una rara satisfacción y una incomprensible melancolía que no comprendía pero tampoco necesitaba hacerlo. Ahora tenía una vida para robarse las flores de las avenidas, para buscar a su amante cada tarde cuando el reloj diera las 7, para atravesar la ciudad y visitar los cafés en un clima de perpetuo otoño, en un lugar donde nadie envejece, donde la jeringas solo son una sonrisa por la piedad, donde a nadie le importa el cuerpo frió de un vagabundo que flota a la orillas de un rió, bajo un puente atestado de basura que la sociedad llama estadísticas. Mientras exista un hombre que sueñe y no tenga miedo a no despertar existirá una larga avenida que lleva a la ciudad de la orquídeas.



Cuentillo

Por Cef Vil

Antes de que se acabe un cigarro he de contaros el encuentro
impensable demorarnos, la boquilla es una mecha
y mi cabeza una bomba de tiempo

con el loco interesado meneábamos el cuento
disuelto en el caldero condimentado con las hormigas
del nerviosismo, revólveres de tuétano
y miasmas del hospicio

lo encontramos redactando y pasando el fósforo blanco

entre las manos de la percepción
un hombre cavernario tiene pasos de Odiseo
en su cueva renta los actos de Polifemo

este cuento atribuye la barbarie y salvajía
cuando frutas silvestres comía
lo reclutaron
en el día nuevo para una corporación
y lo llevaron a un show de ansiosa audiencia

de mono lo vistieron,
con corbata y de electro-shocks sombrero
para que no equivocara las sonrisas ni los ademanes

y lo compraron los alemanes para hacer experimentos
de la barba los vellos reciben tintes
y los cosméticos intravenosos
observad si los resiste

lógica le dieron en suero de Platón,
Trasimaco y Fedro

contuvieron su inanición

lo llevaron al Louvre
(Museo)
de lado a Rafaello
cuando con los dedos revolvió el ketchup
de la comida engrudo

y lo inmortalizaron los medios al levantar las manos
llorando (nadie podía entonces ya sollozar)
cuando recordando el bosque se suicidó

hagamos triste Réquiem de Inmolación
para el cavernario y el cigarro
que por nuestras bocas pereció

.C.



Dos techos

Por Cef Vil

“A veces, el frío de una vida solitaria es mejor que el hediondo calor de una muerte colectiva”

Anónimo

Llovía una vez y bajo dos techos, uno humilde y otro ostentoso se refugiaban respectivamente un monje budista y un obispo católico. A sazón, llegó una multitud que agobiada por el chubasco, buscaba algún recinto para guarecerse.

Al verlos, el monje hizo señas para que se aproximaran, el obispo por su parte a gritos proclamaba que se acercaran al “refugio de dios”. Indecisa se encontraba la horda, el monje delgado y humilde parecía no ocupar espacio en su cobertizo, habría más lugar para ellos, por otro lado, en el refugio del obispo quien era rechoncho y de alegre rostro, había un fogón encendido, una caja de vino para consagrar que les llamaba tentadora y no existía la pequeña gotera que el techo del monje ostentaba, pues el tejado se hallaba taponado y abigarrado de papeles, antiguos a la vista.

No lo pensaron más, la muchedumbre se adentró con júbilo al santuario obispal y en tumulto se apachurraban por acercarse al fuego. Al ver esto, el monje se encogió de hombros, sonrió y regresó a la meditación, entre carcajadas y alabanzas el obispo daba la bienvenida a los fieles y lanzábale indirectas sarcásticas al budista.

Cantaban y bebían a la salud del monje, enervados los feligreses y su pastor por el vino bienhechor que aleja la zarpa del frío del cuerpo, el obispo prescindía los brindis y al mismo tiempo, procuraba los ataques de arrepentimiento masivos al verse sumido en el exceso, duraría esto un rato.

Arreció la lluvia, con mil voces acariciaba ambos techos la helada insistencia, y en su cadencia regular y el susurro del viento austral, los refugiados tiritaban temerosos. El budista desenvolvió un manto naranja, sencillo pero abrigador y se envolvió como una oruga en capullo de primavera; aquellos, los fieles católicos, afiebrados por los elixires etílicos y los cánticos que subían de tono, se empujaban con vehemencia para quedar al centro de la multitud, donde se concentraba el calor y donde, curiosamente, el obispo se había colocado con prisa ansiosa.

Sucedió esto rápido, sin aviso y revuelto en confusión. Algunos feligreses, los más, fervorosos en salmos y oraciones, empujaron al unísono al colectivo hacia adelante, ejerciendo así presión directa sobre el obispo, cuyo cuerpo en medio de juramentos y gritos impropios saltó por los aires cual corcho de botella agitada, rebotando en el techo y aterrizando poco después en el brasero ardiente.

No habría sabido el monje de lo ocurrido, a no ser por los aullidos agónicos del infeliz párroco, envuelto en llamas e implorando inútilmente por ayuda a sus atolondrados feligreses quienes le miraban casi fascinados con el instinto asomando por los ojos, como un animal sorprendido por el fuego. Ya corría el budista, luchando con el manto que le ceñía hasta soltarse, a recoger el pequeño cubo lleno de agua que se encontraba bajo la gotera, cuando el obispo, lanzado poco antes por los fieles a la intemperie exhalaba su último aliento, extinguiéndose con lentitud bajo la lluvia y arrastrándose, cual si fuese un caracol de obsidiana aletargado.

Acongojado, y casi alterado miraba el monje a la muchedumbre, quienes austeros se observaban estúpidamente unos a otros sin saber, si correr cada uno por su cuenta y en que dirección o ignorar el hecho y continuar arremolinándose en torno al brasero, victimario de su finado protector.

Optarían por el pánico, moviéndose al unísono y sonando las cabezas en el choque continuo de cráneos y en violenta desesperación. Algunos, los más, tratando de salir al mismo tiempo del refugio, que angosto les quedaba por cierto, a empujones impulsaron una parte de la masa contra los pilotes posteriores del refugio, en los que varios fieles habrían quebrado sus cabezas al momento del impacto (quedando ensangrentados pero peculiarmente no heridos de gravedad), haciéndole vibrar y crujir amenazadoramente como la barriga de una fiera hambrienta.

Ya gritaba el monje, precauciones a los incautos, cuando en un segundo embate, los feligreses derribaron el pilote izquierdo de lleno, haciendo así que se partiese el derecho y que toda la estructura agotada por el peso inútil del techo, cubierto de Biblias y volantes de propaganda y por la idiotez de sus huéspedes, se desplomara en un sordo y hosco gemido, sobre sus cabezas, sumiéndoles en la tiniebla polvorienta de una muerte siniestramente hilarante.

El budista no rió, no incrédulo mas sí consternado, se apresuró a quitar escombros con prodigiosa agilidad, tratando de rescatar cualquier ser vivo que no hubiese expirado bajo la presión del techo y los demás cadáveres. No tendría suerte pues, asombrado veía como los sobrevivientes lejos de querer salir se aferraban a las manos muertas de sus compañeros, amigos y familiares besando con insana vehemencia los rostros deformes por las fracturas mientras negaban enloquecidos la existencia de su dios y su misericordia.

Enternecería esto al monje, quien respetando el duelo no lucharía contra la rigidez del abrazo final, a la vez sin comprender la necedad de los caídos y su desesperación por la “muerte”, que para él, según la enseñanza del Iluminado era tan solo la transición momentánea del alma a otra forma mortal. “Tantas lágrimas no restituirán ni los años que pudieron haber vivido después, ni la existencia, ya devuelta a la tierra, de sus congéneres”, pensaba el monje para sí.

Había amainado la tormenta, y con delicadeza, las flores sostenían sonrientes lo que el cielo embravecido habríales dejado en gotas pequeñas de agua, la fresca manifestación de una furia ya durmiente. El arco iris secular y majestuoso, exhalaba sus siete colores, plumas enjoyadas de un dragón pacífico y los árboles libres y rejuvenecidos se saludaban frotando sus hojas con el vaivén del viento de la tarde.

Se preguntaba el monje, ¿cómo se habría sostenido la orquídea más humilde y no el refugio supuestamente tan bien construido del obispo?, no encontraría la solución de inmediato, en cierto sentido, la hallaría en la meditación cierto tiempo después, sin embargo, ya no llovía, se acercaría al cubo y con una pequeña taza bebería lentamente un poco del agua pura venida del cielo, le agradecería al mismo por su benevolencia, colgaría su manto mojado en el cobertizo enterrando después el cuerpo del obispo y volvería a su tranquila existencia.

Allá en la Naturaleza todo pasaba, como si no hubiera sucedido nada.

.C.


¡¡¿¿POR QUÉ LE FESTEJAN??!!



-¡¿Dónde Estoy?!... ¡¿Por qué está tan oscuro?!... ¡¿Qué es todo ese ruido?!-pensaba, ¡Una luz!, ¡Debo salir de aquí!
Al salir se encontró rodeado por muchas personas que observaban y aplaudían desde una especie de gradas, se acerca un hombre hacia él.
-¡¿Qué quiere de mí?!... ¡¿Por qué se acerca?!- pensaba angustiado.
El hombre hizo una seña dirigiéndose a la multitud y aparece una “manta” roja en su mano.
-¡¿Qué piensa hacerme con esa cosa roja que mueve?! , ¡Me quiere atacar!... ¡NO LO PERMITIRÉ!- Entonces se lanza con la intención de golpear a la supuesta manta que el hombre movía para esquivar su ataque, a lo que la gente respondía con un grito unísono que decía: ¡¡¡¡OOOOLLEEEE!!!!
Y así fue durante varios minutos hasta que él se canso de defenderse y agotado se detiene para tomar un poco de aire; entonces el hombre se dirige su figura hacia la muchedumbre que le aplaude. ÉL pensó en aprovechar el momento para atacar pero no tenía fuerzas para hacerlo, mientras pensaba esto aparece una especie de sable detrás de la “manta” que el hombre levanta de forma amenazante.

-¡¿Qué piensa hacerme?!- Diciéndose mientras jadeaba debido al el enorme cansancio- ¡¡¡ESTÁS LOCO SI PIENSAS QUE ME DEJARÉ!!!-Intentó defenderse, pero sólo consiguió ser ensartado por ese sable que le causó un inmenso dolor, el más intenso de su vida.

-¡¡¡MALDITO!!!.. ¡¡¡NOOOOO!!!... ¡¡¡AYUDENME POR FAVOR!!!.. ¡¡¡NO VEN QUE ME ATACÓ!!!.. ¡¡¡POR QUÉ LE FESTEJAN!!!.. ¡¡¡DIOS MIO!!!.. ¡¡¡NNNOOOOOO!!!.. ¡¡¡ME MUEROOOO!!!
Fue lo último que dijo sin recibir alguna respuesta y comenzó a desvanecerse pensando en que moriría pero, escucha una voz a lo lejos que le dice:

-Son las 9 mi amor… ¡Ya es hora! ¡Levántate o se te hace tarde para ir a la plaza!- El hombre despierta confundido y todavía asustado y decía:

-Fue un sueño… todo fue un sueño… Dios… ¡Que horrible!
-Tu traje está es el closet mi cielo- decía una dulce voz.

Consternado, el hombre se dirige al closet y lo abre lentamente, adentro; estaba “un traje de luces” junto con su sombrero y zapatos típicos de un torero.

martes, 9 de septiembre de 2008

Cada vez que te masturbas...


Cada vez que viene a la mente o a la boca la palabra masturbación, la mayoría de la humanidad evocará un momento de privacidad juvenil, etérea, nocturna, donde la exploración corporal instintiva los llevaría a descubrir el significado del placer personal.

Luego de ese interludio de recuerdo, muchos volverán, sonrojados, de golpe a la realidad trastornada de represiones y moralina, para esgrimir la condena castrante, por llamarla adecuadamente, ante el sucio onanismo. Mientras que otros, una parte pequeña, utilizarán la indiferencia de vivir y dejar vivir, y finalmente una nimia cantidad de humanos aprobarán la masturbación en ambos sexos como una práctica saludable de conocimiento propio, que puede incluso ser benéfica para la salud.

Pero masturbarse siempre ha sido un problema. Desde la etimología capciosa, descendiente del latín manu stupare, que para usos prácticos significa “contaminar con la mano”, hasta las amenazas victorianas de manos peludas que se curaban con tinturas energéticas de a diez peniques la botellita en su farmacia de prestigio. Lo cierto es que las únicas manchas y deformidades que provoca el onanismo son mentales, como el prejuicio, la monofobia y la culpa, esto por supuesto cuando se asocia con acepciones religiosas o médicas tan obsoletas como la lobotomía y el machismo.

Hay teorías que mantienen el estatuto de que, cada vez que alguien se masturba pierde neuronas, mueren células claves de su cerebro, se debilita su energía espiritual, y, en suma, queda más idiota. Samuel-Auguste-Tissot notable médico suizo del siglo XVIII, publicó, basado en el panfleto Onania, su propio compendio de idioteces titulado L’Onanisme, donde culpaba terminantemente a la masturbación por la aparición de todos los tipos de gota y reumatismo, pérdida de memoria, visión borrosa, ceguera, dolores de cabeza, sangre en la orina y casi todos los síntomas terribles que dicen los párrocos provoca el blasfemar y el pensar en exceso.

Y tal fue el tino de Tissot, en la mente colectiva de una especie idiotizada por siglos de religión y dogmas anti-naturales, que a partir de entonces la guerra contra la masturbación fue abierta. Ya no era solamente la condena puritana de los yankees prehistóricos, quienes marcaban a los homosexuales y masturbadotes como dignos de pena de muerte.

En la época victoriana, un tiempo de liberalismo sexual y narcótico, afloraron la cizaña y el odio, por aquellos “débiles mentales”, indulgentes de tan horrible práctica, quienes supuestamente tenían manos peludas, eran ciegos y tenían el cuerpo deformado. En este sentido el Hombre Elefante, no padecía de un defecto genético terrible, sino que fue un adolescente masturbador-compulsivo que solo vivía para enseñar a los niños que tan malo es tocarse “donde no se debe”.

Cada vez que coma sus corn flakes o cualquier variedad de cereal Kellogg’s, querido lector, piense en su creador. John Harvey Kellogg, un prócer anti-masturbador, renombrado científico y padre de las botargas que anuncian el desayuno de los campeones, no solamente despreciaba el onanismo, recomendando atarle las manos a los niños cuando no fueran supervisados por sus padres, sino que en casos severos, juzgaba necesaria la circuncisión sin anestesia, la administración de choques eléctricos preventivos y en el caso de las mujeres, la aplicación de ácido carbólico en el clítoris.

Entre otros cómicos y efectivos métodos de sadismo sexual preventivo, se patentó un cinturón de castidad high-tech, cual navaja suiza, que utilizaba púas internas, choques eléctricos y una campanilla que avisaba al padre sobre la necesidad de una paliza, ante cualquier movimiento manual sospechoso.

Afortunada pero tardíamente, gracias a los esfuerzos y el sentido común del reformador social Havelock Ellis, el sexólogo Alfred Kinsey, y la doctora Joycelyn Elderes, en el siglo pasado y lo que va del presente, la actitud científica y psicológica hacia la masturbación ha cambiado favorablemente. Sus descubrimientos en conjunto con investigaciones del Consejo del Cáncer en Australia, determinan los beneficios del autoerotismo, como la disminución de la presión sanguínea, reducción de las posibilidades de padecer cáncer de próstata y el alivio de la tensión y la depresión.

Así es, ni el prozac es tan económico hoy día como la práctica ancestral y natural que tanto se han esforzado los mochos en eliminar, sin bases científicas, cimentados solamente en el mandato del Viejo Invisible que Vive en las Nubes. Según la tradición judeo-cristiana, los genitales humanos están hechos para juntarse en la santa unión del coito reproductivo, y el que se desvíe del buen camino será asesinado por un trueno glorioso, tal como le sucedió a Onan, quien renegó del sacro deber de copular con su cuñada.

Tras siglos de arrebolada discusión, entre maniáticos castradores, curas con sífilis y uno que otro sensato, se llega a la conclusión de que masturbarse es un acto sano, incluso recomendable y positivo para el humano.

Ya he dicho que cuando viene a la mente la masturbación, se provocan reacciones introspectivas, ruborizantes y hasta vergonzosas, pero, cuando la masturbación llega al imaginario inventivo del humor popular, las reacciones ocasionadas casi siempre terminan siendo humor del excusado. En concreto, la sátira ha hecho ruido últimamente con la difusión de una imagen que promete la muerte de un gatito por obra divina cada vez que alguien se masturba.

Imagine usted, si esto fuese remotamente verdad, los gatos estarían ya extintos y se reportaría mortalidad masiva de felinos durante la celebración de los Masturba-tones (maratones de masturbación) y el Mes de la Masturbación. En el remotísimo caso, el uso de cinturones de castidad sería una de las recomendaciones básicas de la WSPA y Greenpeace.

Dejando de lado la superchería masturbadora, el concepto de la imagen “Cada vez que te masturbas… dios mata a un gatito” funciona como una buena puntada, mas puede ser visto como un rasgo de crueldad animal disfrazada. Después de todo, los gatos no tienen la culpa de que a los amargados religiosos les de urticaria cada vez que alguien se aproxima al placer sexual propio, una expresión de vida libre.

En efecto, la imagen me es un tanto molesta, sobre todo por las reacciones que observé cuando fue expuesta por primera vez en mi universidad, donde la agudeza conceptual fue olvidada por los cromagnones, a quienes les pareció muy divertida la idea de ver un pequeño gato morir asaltado por los Domo-kun mientras se jalonean el prepucio rabiosamente.

A la sazón, previniendo la desviación interpretativa hacia la crueldad, y obedeciendo a un compromiso cristiano propio, me decidí por eliminar el rasgo felicida de la imagen y a contribuir con el esfuerzo represivo que esta obra electrónica satiriza.

Utilizando un tanto de photoshop y otro tanto de amenazas ridículas, pero por desgracia comunes en el mundo real, particularmente México, preparé mi versión de este icono pop. Enfocándola hacia un asunto humano más concerniente, utilizando toda la falta de lógica posible, y una suerte de electroshock moral, presento ante ustedes, una reflexión divina, que ha de ser usada como un poco de humor antes de... usted sabe.

Por favor, piensen en los padrecitos cachondos... no, en serio.

.C.

viernes, 11 de julio de 2008

CVDIRECTO presenta: La Ascensión de los Ishayas


¿Está cansado del estrés diario y su efecto corrosivo en la vida? ¿Ya se hartó de ser un derrotista desgraciado sin posibilidades de mejorar su existencia? ¿Padece de insomnio y un crónico sentimiento de que la oficina, el aguinaldo y los problemas familiares entorpecen su encuentro con la Verdad del Universo? ¿Le gusta la onda de la paz espiritual pero su padrecito le prohíbe el esoterismo porque va en contra de la Santa Iglesia? ¿Quiere llegar a la Iluminación espiritual plena pero le da miedo sacrificar sus bienes materiales para conectarse con el Yo superior? ¿Le da mucha hueva raparse y largarse al Tibet para meditar por años y años sin resultados inmediatos y visibles?

Si la respuesta a estas interrogantes existenciales tan profundas es ¡SÍ!... ¡CV DIRECTO tiene para usted la solución espiritual que ha estado esperando! ¡Sin pastillas, sin largas horas de tediosa Meditación Trascendental, en un tiempo mínimo que no interfiera con su rutina robótica, auspiciado por San Juan y su secta secreta milenaria, nada de ejercicios extenuantes y lo mejor de todo… sin dejar de comer!

Por solo cuatro insignificantes pagos de $4,000, usted podrá disfrutar de los beneficios espirituales y psicológicos de la Ascensión Ishaya, un revolucionario sistema de meditación que limpia la mente de los malos recuerdos y borra el estrés así como sus daños en el subconsciente del alma de los chakras del espíritu santo. Traído desde India por legendarios maestros del esoterismo, este conocimiento milagroso fue heredado por San Juan a un grupo de monjes quienes lo guardaron celosamente hasta que la humanidad estuviera preparada. ¡Y ese momento es ahora!, aprenda las Antiguas Enseñanzas Originales de los Ishayas, y despierte a su Verdadero Poder, a su Verdadera Esencia.

No pierda más su tiempo con las conferencias del Dalai Lama, las horas de yoga nada más desgastan las articulaciones, recitar mantras hace llorar al niño Jesús, ya no se crea los mitos de que los bienes materiales son malos y estorbosos, con la sabiduría de los Ishayas de su parte podrá trascender del estado irreal de la infelicidad y la memoria insidiosa ¡Con solamente un breve seminario y tres sesiones de veinte minutos al día! ¡Así es, con solo una hora al día se verá en un Estado Superior de Conciencia preparado para seguir con mayor felicidad su existencia insulsa y gris atada al sistema productivo, aún más insensibilizado hacia las problemáticas brutales del mundo de mierda!

No lo piense más, mejor no piense nada, y vaya ahora al centro Ishaya más cercano o pida su kit de Ascensión Espiritual Garantizada, aprobado por el Maestro Siddharta Ishaya y por el Pandit Yoghi Drufea Atoidi Océlurd Kahalayoga. ¡Es tiempo de llegar a la Conciencia Superior! ¡Llame Ya! (También funciona con niños y mascotas)



Oníricamente hablando este sería el comercial que CV DIRECTO, la comercializadora más exitosa de productos fraudulentos en Ibero-América, idearía para la secta más en vogue de hoy día. Un culto esotérico de fundación histórica dudosa, retórica pseudo-hinduista mezclada con elementos católicos y con la filosofía existencialista de una franquicia de comida rápida: entras, meditas y te vas.

Los llamados Ishaya han llegado a México, anexándose a la ya gruesa lista de sectas new age que afilian por una cuota y un juramento de discreción, a los infelices feligreses del capitalismo, seres frustrados con sus vidas mundanas y patéticas, apartados del camino de la Iluminación. El rebaño de perezosos dispuestos a hipotecar a sus madres por unas cuantas promesas ilusionistas, sin fundamento ideológico ni científico, estatutos de letra chiquita que no garantizan más que un desfalco económico y una pérdida de tiempo equivalente a asistir a la tradicional iglesia.

¿Quién levantó la piedra…?

Nunca se imaginaron la Peste Bubónica ni Martín Lutero, la primera mientras festejaba jubilosa sobre millones de cadáveres europeos, párrocos incluidos, el segundo al dejar su proclama separatista clavada en la Iglesia de Todos los Santos en Wittenberg, la prole carnavalesca que emergería del colon de la iglesia católica tras ser eviscerada y destazada en cientos de pedacitos por la inconformidad social y desconfianza feligrés que provocaron. Estos hijos ilegítimos, bautizados Sectarios Blasfémicos por su graciosa madre, huyeron pronto de casa al verse asediados por la intolerancia y se adhirieron con fuerza de garrapata en los confines del mundo conocido.

Luteranos, calvinistas, anabaptistas, anglicanos, puritanos, ortodoxos, mormones, satanistas y menonitas, un bestiario muy bestia de dogmáticos imperialistas que se pelearon (y aún pelean), el alma y el diezmo de cualquiera que puedan atrapar. Hasta principios del siglo XX los vástagos de la iglesia se habían atenido a su origen post-judío, abrazando los preceptos misóginos y mesiánicos en sus folclóricas versiones de la Biblia. Sin embargo, la liberación femenina, el racionalismo, la libertad de cultos, el segundo milenio sin cristoloco y otras tantas pestes contrarias a las mandas de Dios, les hicieron mella quitándoles adeptos, mientras que un fuerte Dios competidor, La Televisión, volvía más resistentes a las masas ante las amenazas infernales y los cinturones de castidad, con un paraíso terrenal de programas de concursos y telenovelas.

Como excelentes organismos parasíticos las sectas religiosas entonces se vieron obligadas a fragmentarse de nuevo y absorber elementos externos a sus dogmas iniciales para sobrevivir. Así, una nueva generación de micro-iglesias se adaptó al nuevo siglo, asimilando, a regañadientes, la higiene personal, una pizca de ciencia, el uso de la televisión evangelizadora y para complementar su perorata apocalíptica retazos de culturas extranjeras, como las religiones orientales.

Entonces nos topamos con un híbrido peculiar por sus características hipócritas superiores, capacidad de cripsis para vender una doctrina refrita como totalmente original y su peligrosidad, pues siendo un vector de enfermedades mentales en sus huéspedes también son un nuevo nicho en el mercado capitalista moderno. Brotan por miles, aquí y allá, y si no ven el suicidio como el medio de la santidad, iluminan al fiel con el uso de un kamasutra extraterrestre y la clonación.

Pocas cosas suenan demasiado estúpidas cuando se habla de neo-sectas. Si los cienciólogos creen que somos almas de extraterrestres encerradas en cavernícolas tras un éxodo intergaláctico huyendo de un emperador malvado basándose en la ciencia ficción de Hubbard, otros los rebasan en la escala idiota rindiendo culto a las celebridades como Elvis Presley y Marilyn Monroe, considerados bellos seres de inteligencia superior y vidas modelo.

Es inevitable reírse, sí, pero algunos grupos sectarios ya no se conforman con hacerle segunda a la TV, las neo-sectas como los Ishayas, tienen la sutileza de comerciar su producto de una manera más cómoda y “espiritualmente sutil”. En primer término, su doctrina se basa en el uso de la meditación trascendental renovada, esto es el uso de la meditación trascendental con otro nombre, con el fin de ascender a los estados de conciencia superiores originales de su religión, que comprenden, los estados de conciencia superiores ya vistos en otras tradiciones hinduistas. Para que no se les escapen los mochos indecisos, los Ishayas retuercen su origen supuestamente hindú y arcaico, con el mito de que el apóstol Juan, tras escribir el Apocalipsis se embarcó por mandato de Jesús a entregar “cierto método de purificación y meditación” a un selecto grupo de monjes, quienes entregarían estas llaves de salvación a la humanidad cuando estuviese lista en el tercer milenio. Mézclese esto con elementos básicos del new age, aderezando con un aterrizaje inmediato en la paz espiritual y la capacidad de convertirse en Buda con menos de una hora de práctica diaria. ¿Cosa tentadora eh?

Otro churro de Best Seller

La primera década de este milenio es una cornucopia de nuevos conocimientos y de secretos fascinantes develados. Los rumores y encubrimientos se divulgan como viruela por los medios masivos y las verdades prohibidas son por fin sacadas a la luz por valientes escritores, quienes con un poco de suspense, un poco menos de escrúpulos, usando estereotipos y la redacción de una revista amarillista hacen la magia de convertir unos cuantos datos imprecisos en una verdad irrebatible, que revolucionaría la historia, a no ser por los verdaderos historiadores que los desmienten. Maravillosamente si un secreto se descubre como una estúpida mentira otro salta de entre las tinieblas para ocupar su lugar en el cerebro de los consumidores.

En el caso de los Ishayas, su estrafalaria historia se aprecia tan convenientemente sofisticada que ni Dan Brown pudo haberla escrito peor. Nada más creíble y lógico que una doctrina surgida espontáneamente de entre las otras sectas, justificando su ausencia en los anales históricos por el celoso secreto de sus maestros. Estos “son” un culto milenario fundado por el apóstol Juan que viajó de Jerusalén al Tibet con una doctrina secreta y confidencial que Jesucristo no se molestó en predicar en vida, a pesar de sus piadosos efectos en aquel que la practique. Nada más emocionante que un apóstol correteado alrededor de Oriente por intolerantes sionistas y romanos que quieren arrebatarle los secretos espirituales más enigmáticos, exclusivos y ocultos de cristo, sin mencionar disponibles para todo humano desde hacía seis siglos en India.

Intriga, conspiraciones mundiales, misterios antiquísimos y persecuciones religiosas componen la leyenda de los Ishayas, la mixtura perfecta de cristianismo liviano con esoterismo oriental que hace las delicias de sus adeptos y próximamente de los espectadores en una posible película dirigida por Ron Howard y estelarizada por Arnold Schwarzenegger en el papel de Juan, Jet Li el monje Ishaya-Hinduista y Naomi Watts como María Magdalena. Clasificación B, por beata, y apta para todo público católico.

El Ascendedor

Con una historia tan excitante e improbable, ¿quién no quisiera formar parte de los Ishayas? Más aún ¿quién se atreve a perder la oportunidad única de afiliarse a un club en dónde será llamado Ascendedor? Es un apelativo interesante, más digno que siervo y con mucha más personalidad que ser humano. Ser ascendedor significa, en palabras literales de los ishayas, acercarse más a ese lugar de gozo y paz que está más allá de un “yo” y un “tú”, “llegar a ese lugar que es tu yo verdadero”… un concepto tan claro y lógico como una torpe contradicción.

Como en todas las sectas y religiones, el dogma del ascendedor no se cumple si no existe la afiliación con los ishayas, pues los misterios de Buda-Cristo que ellos guardan con celo religioso, son el único método efectivo para iluminarse en este mundo de caos y destrucción. Ni los yoghis ni los bodhisatvas, ni los budas ni los pandit, ¡el ascendedor es el único verdadero!

La antiquísima teoría Ishaya, que cuenta con arcaicos doce años de existencia, predica el estado del ascendedor como aquel que vuelve a ser similar a un niño, inocente y emocionado con todo lo que le rodea. Sin embargo su entusiasmo adánico choca contra su propia alabanza del consumo pues venden su producto también a los niños. Estos críos arrastrados al torbellino esotérico de panfletos santeros y milagros por Internet son llamados “Pequeños Ascendedores”, quienes avanzan de su imperfecto estado infantil de infelicidad y estrés a una perfección espiritual más profunda. Si McDonlads tiene su cajita feliz, los ishayas supieron vender en tamaño chiquito las técnicas de progreso espiritual. Tal pareciera que un niño común y corriente, que juega en el lodo y cuenta estrellas no es suficientemente puro de corazón para ser considerado modelo espiritual, hay que volverse niño ishaya para mejorar de veras.

Ignoro en verdad si en el estado de conciencia superior ishaya esto se aprecie como una extensión más de la lógica universal, pero en la conciencia humana inferior esto se conoce simplemente como otra hilarante contradicción. La única conclusión visible sobre ser ascendedor, consiste en convertirse en una entidad metafísica iluminada que se contradice desde sus raíces existenciales con tanta fuerza y precisión que cree sentirse cómodo y feliz con un estado de conductismo represivo. Por supuesto que ser ascendedor se percibe como un cambio importante en la vida, cuando un embauco de más de veinte mil pesos obliga al individuo a vender su auto, de seguro que sentirá como su existencia se ha transformado.

Más santo que el Dalai Lama en Cuatro Cortas Sesiones… y seis meses de retiro

Según todas las tradiciones retrógradas, pomposas y derrotistas del Budismo y el Hinduismo la llegada a la santidad requiere de años de consagración al espíritu, vida exenta de afecciones mundanas, meditación intensa que progresivamente se perfecciona y un compromiso profundo para entrar en contacto con la esencia universal, a través del Om, hay quienes aseguran que es incluso necesario reencarnar varias veces para ser Iluminado. Según los aburridos dedicados al culturismo físico, el deporte y la nutrición, un cuerpo sano es el resultado de una rutina de ejercicios constante, la ingesta de alimentos sanos y el alejamiento de vicios como el tabaco y el alcohol.

Los productos milagrosos de CV DIRECTO, prometen un cuerpo escultural en menos de un mes de uso constante y en pequeños pagos de numerosos abonos, sin necesidad de dietas ni ejercicios. Ahora bien, la Ascensión Ishaya jura al cliente reformar su vida etérea en cuatro fines de semana y una hora diaria de ejercicios contemplativos suaves… ¡qué pueden realizarse hasta con los ojos abiertos!

No hay mejores anzuelos comerciales que la rapidez y la facilidad. Los Ishayas saben esto y en su dedicada misión de predicar la paz espiritual, cobrando y exigiendo secreto para que no se piratee su producto, han creado una campaña de marketing muy efectiva, que como cualquier otra esconde un feo secretito entre los colores chillones y las caras caucásicas sonrientes.

En principio el paquete ofrece pláticas gratuitas, muestras sin costo, para entender mejor lo que se procederá a hacer en los cuatro fines de semana que dura la ascensión a las “Cuatro Esferas de Conciencia”, y según la descripción en el sitio de Internet ishaya, eso es suficiente para alcanzar la vida en concordancia con el yo verdadero omnipresente de Dios-Universo. Pero nada en el mundo es tan lindo y efectivo como se vende inicialmente, porque indagando un poco más se encuentra con la existencia de otras tres esferas no incluidas en el paquete inicial.

Y como de costumbre estas esferas contienen la “realización verdadera de a verdad en serio”, la gloria de dios, sabiduría omnisciente, la revelación y el universo origen, todo lo que necesita saber para presumirle a los agnósticos intolerantes, crear su propio culto y ser la envidia de sus amigas en las reuniones tupper ware. ¿Y cómo se dominan estas esferas?, a través de un curso adicional denominado “Maestría del Ser”, que parece no ser tan efectivo y raudo como la Ascensión anterior… pues toma no menos de seis meses de retiro espiritual para completarse.

La maldición de las letras pequeñas ataca otra vez, destapando las pestilentes semejanzas entre una contradictoria religión refrita y el consumismo televisivo. Cualquier semejanza entre ambas habladurías fraudulentas es una mera coincidencia de mercadotecnia, y cualquier falta de resultados visibles es culpa del consumidor, en ambos casos no hay devoluciones de dinero.

Venta de paz en oferta dos por uno

Se considera hipócrita, mezquino, pecaminoso y ruin vender cualquier precepto místico y religioso pues el bienestar espiritual no se compra con dinero. Los Ishayas proclaman que es Nuestro Derecho de Nacimiento “vivir esa grandeza”. Pero habiéndose ya pasado por el chakra Swadhistana los preceptos del hinduismo, engañado a los consumidores inocentones con su historia ridícula y contradiciéndose tanto o más que la iglesia católica, ¿qué les podría detener de vender al mayoreo las supuestas llaves de la Ascensión?

Nada. Con toda la desvergüenza que caracteriza al mercantilismo occidental, los Ishayas venden la salvación como Carlos Ahumada un puente, negando el precepto fundamental de la Iluminación de separación del materialismo. La cuota por entrar en la primera esfera asciende a los tres mil pesos y sigue ascendiendo a cuatro mil en las siguientes esferas. Más de quince mil pesos se invierten y lo que siga, pues los seis meses de retiro no tienen un precio específico que pueda saberse mas que por contacto directo con los recaudadores-sacerdotes.

Pero claro, quien quiere paz espiritual que le cueste, por lo general se paga con años de aprendizaje y meditación, pero quien desea paz espiritual en el mundo capitalista sin necesidad de abandonar las costumbres trogloditas del consumo, la propiedad y el estatus quo, ha de comprarla con divisas, sin importar si esto mundaniza o no el concepto de alma inmaterial que supuestamente los ishayas defienden.

Es evidente la naturaleza segregacionista de la secta entonces, y como buenos católicos reservan la salvación para quien tenga la cuenta bancaria tan grande como el corazón. Porque para encontrar “el verdadero yo” ha de tenerse la “inocencia” suficiente para pagar por nada y aquel pobretón, de bolsillo y de espíritu naturalmente, está condenado a una vida miserable y mediocre, lejos del Camino Brillante.

¡Hare Cristo!

Toda secta religiosa que quiera posicionarse en el mercado y la mente del consumidor, o como ellos dicen encaminarlo a la salvación, ha de conseguirse un profeta sapiente, evolucionado y carismático que vocifere por ellos con aparente serenidad y disfrace su falta total de fuerza filosófica con ambigüedad. Es difícil encontrar a esos seres superiores en el mundo, por un lado las religiones post-judías poseen el copyright de Cristoloco©, por otro, tanto Maharishi Mahesh Yogi como él son ya cadáveres, además el Dalai Lama viejo y calvo, no tiene la imagen atractiva, caucásica, emprendedora y exitosa que una religión progresista y trascendental quiere proyectar al público meta.

Pero los sabios Ishayas han sorteado esta dificultad utilizando el mismo método con el que crearon su disparatada leyenda milenaria de suspense hollywoodense: consiguieron un líder autodenominado Maharishi o gran vidente, para la perrada. Maharishi Krishnananda Ishaya tiene arrastra una historia muy peculiar, una historia cercana al horror, pues antes de volverse el líder espiritual de los Ishayas, sirvió en los cuerpos de élite de la marina estadounidense, siendo enviado a proclamar la paz mundial, mientras masacraba niños vietnamitas y violaba a sus madres.

Como su santísimo homólogo Herr Fürer Benedicto XVI, nazi antes que papa, después de la guerra, un viaje de Iluminación espiritual, coloreado por el alegre brillo del napalm y las aldeas en llamas, Krishnananda Ishaya se volvió devoto de la religión… del dinero, pasando a ser el CEO de una compañía yanqui multimillonaria. Su afiliación con el capitalismo salvaje de Reagan no le prohibió convertirse en un sanador tan legendario que no hay testimonio de sus milagros, y en 1996 descubrió a los Ishayas, a quienes se unió y desde entonces lidera.

El Maestro de maestros de la Ascensión Ishaya es la cara de otro de aquellos graciosos conceptos que surgen cuando se intenta endulzar el cáustico cristianismo con gotas de sabiduría oriental. Su definición es un parafraseo del Nuevo Testamento, pues “Él” (con mayúsculas y letras brillantes por favor), “es la Encarnación Viviente de la Verdad que todos buscamos”, esta temeraria declaración que fue proclamada también por cristo en uno de sus ataques egocéntricos.

Su misión consiste en “hacer que cada ser humano reconozca aquello que los sabios han enseñado durante dos milenios: que el reino de los cielos está dentro de nosotros y es alcanzable”. Claro que podría considerársele como un iluminado, tanta sabiduría hay en esa frase que a este escritor se le llenaron los ojos de candorosas lágrimas al leerla, pero en las enseñanzas del Buda Gautama.

La versión de Buda no obstante, eximia está de pretensiones mesiánicas o contaminaciones católicas, confiriendo un poco más de dignidad al individuo, proclamando que “esta verdad (la verdad del YO) tiene que encontrarla cada uno por sí mismo y constituye el verdadero Conocimiento”. Otras discrepancias incluyen que Sakyamuni no cobraba por enseñar y que adelantó al Maharishi por veinticinco siglos.

Si bien que un ex-marine, ex-empresario capitalista, ex-sanador no comprobado sea la cabeza de la secta Ishaya, guardiana de la verdad sobre la felicidad universal, es desatinado para el espiritualismo védico o budista, también es discordante para la retórica cristiana que supone a Jesús como humilde de origen y sin posesiones materiales, cabe preguntarse ¿en qué carajos cuadra el modelo ishaya a todas vistas refrito irrisorio de estas dos corrientes espirituales? Y la respuesta es: en las relaciones públicas de una empresa moderna.

Veamos la ecuación, una secta más bien comercio de espiritualismo, respaldada con una leyenda de best seller conspiracionista, plagiaria de la Meditación Trascendental en métodos e ideas, necesita todo el apoyo de imagen empresarial que un buen líder pueda darle. Su mercado meta se define como el grueso de la población supersticiosa que gusta de un esoterismo moderado con fuerte arraigo católico y eminentemente materialista, víctima de un vacío emocional depresivo y propensa al consumo compulsivo de cualquier porquería, con una tendencia notoria a confiar en bicharajos salidos de la clase A poblacional… en conclusión no podría haber un mejor líder que este supuesto Maharishi. Un sujeto estadounidense, adinerado, de raza blanca cuya edad madura y corte sobrio de cabello inspira la confianza de un hombre experimentado en los negocios y la política, provisto de una actitud jovial-humorística aunada a su ropa de impecable blanco que aseguran su santidad inalcanzable. En poca palabras todo un coronel Sanders del espiritualismo trascendental.

El Coronel Ishaya
Con eso de que en los retiros alimentan a los fieles... me pregunto con qué

Provistos de este líder tan ad hoc, con el que todas las Ascendedoras quisieran casarse, los ishayas poseerían el perfecto changarrito supersticioso, teniendo tan solo el pendiente de “santificarse” o más en claro legitimarse como secta permitida ante los ojos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la Santa Inquisición Católica Inc.. Y para esto otro torzón. Curiosamente los Ishayas aceptan abiertamente el origen de su técnica desprende de la corriente Advaita Vedanta, que no guarda ninguna relación con cristo, utilizan los chakras para ilustrar el efecto de sus estados de conciencia y prometen en su quinta esfera la sabiduría omnisciente, cosa reservada solamente para el dios judío Yahvé.

En cualquier país subdesarrollado, ignorante, cristero e intolerante, como México, los ishayas arderían de lado a unos pobres gatos negros y gitanos, durante las fiestas de Pascuas. “Por herejes y cabrones” diría mi padre confesor, pero extrañamente los ishayas son aceptados por la comunidad cristiana y sus autoridades, donde son considerados como “inofensivos”. La explicación puede provenir de su conveniente historia digna de un Óscar, la fuerza luminosa que emana de ellos… o quizás de otro axioma que tomaron prestado de Mahesh Yogi, cuya Meditación Trascendental no implicaba un cambio de fe o religión.

Una situación idéntica a las charlatanerías televisivas de psíquicos profecionales, con “Ce”, quienes tuercen la historia y usos del tarot, runas y otros métodos paganos de adivinación adjudicándoles un poder divino cristiano, negando la herencia cultural original de costumbres ajenas al imperialismo espiritual, pervirtiendo a la vez su historia en ocasiones más antigua que el catolicismo. Aún otra ventaja de los productos vendidos por televisión, la hipocresía “sin compromisos”.

Represión inconsciente, el misterio esotérico de Freud

La expansión implosiva que teóricamente se adquiere por el método de los Ishayas acerca al adepto a su “yo superior” separándolo del mundo profano, y sin embargo arrojándolo de nuevo a la vida insulsa del capitalismo con más fuerza para soportar los retos de la vida diaria. Si usted se queda con la duda de cómo diablos existe concordia entre la metafísica iluminadora y el mundo del consumo, cómo se puede ser iluminado y burócrata a la vez, no espere respuesta. La novedosa Ascensión Ishaya promete limpiar el megalítico estrés de la vida moderna con una hora diaria de meditación que puede incluso realizarse con los ojos abiertos y mientras se realizan labores del hogar o el trabajo.

Espere, guarde su tarjeta de crédito querido lector, esta retórica Ishaya no es un producto nuevo y de existencias limitadas, otra vez la mercadotecnia actúa a favor de la secta, cambiándole el nombre a la Meditación Trascendental de Mahesh Yogi, que originaba los mismos efectos de: experiencias espontáneas de paz y bienestar, mejoría en la salud, relajación profunda y mejoría de la calidad de vida, excluyendo no obstante los adjetivos espantosos de “Gran”, “Enorme”, “Mejor” o “Fantástico” y dedicando un menor tiempo necesario para lograrlo, cuarenta minutos diarios.

La Ascensión Ishaya cuenta entre sus ventajas de producto una característica muy peculiar y útil para combatir la “filosofía derrotista en la que todos vivimos”. Cito “Las técnicas sencillas de la Ascensión de los Ishayas sistemáticamente borran las tensiones del pasado y crean la capacidad de responder a las situaciones presentes con mayor creatividad y flexibilidad” como se describe en su sitio web, con una hora de meditación al día usted podrá deshacerse de aquellos traumas mentales que lo atormentan y minan su capacidad creadora, desde la muerte violenta de su madre hasta una violación tumultuaria por militares.

La noticia triste de esto, es que no existe un método científicamente probado que borre los malos recuerdos. Científicos canadienses que utilizan Propranolol para disminuir el sentimiento de frustración e impotencia, o TEP, que se presenta en víctimas de hechos traumáticos, pero advierten que no hay algún químico que “destruya” los malos recuerdos y que los medicamentos tan solo regulan el flujo de sustancias que derivan en emociones negativas, mejorando en un cierto grado la calidad de vida del humano. Esas memorias nocivas, como las hemorroides o el hecho de ser feo, persiguen a las personas durante toda la existencia y disminuyen su alegría de vivir si no cuentan con la madurez mental y espiritual necesaria para sobreponerse a ellos y utilizarlos como un aprendizaje.

Naturalmente, como toda religión, los Ishayas aseguran tener el método eliminar para siempre esas “huellas en el sistema nervioso”, extirpando la responsabilidad del afectado para digerirlos saludablemente. La diferencia consiste en que su Ascensión libera moléculas de soma, en el organismo cuando se practica continuamente. Existe la posibilidad de que el consumidor desconozca el hecho de que el soma es una droga mitológica e inexistente, que suele identificarse con el opio en la antigüedad y que su presencia en el cuerpo o los genes, NO está comprobada.
Pero como las sectas carecen de vergüenza nuestros queridos tántrico-cristianos-esotéricos-modernos, insisten en la física cuántica de la superchería anunciando con técnicas prestadas la liberación del ser de aquella pesadumbre pasada. ¿Cómo? Lo sabrán cuando paguen los siete mil pesos iniciales que los lleven a la segunda esfera, donde el estado de conciencia es “la paz”. A menos claro que razonemos las ofertas de mejoría individual que hacen, basados en los testimonios de sus clientes satisfechos.

La “revisión de síntomas relacionados con estrés crónico y enfermedades”, “mejora considerable en la manera de manejar el estrés diario”, además de una “perspectiva mental más positiva”, los signos más relacionados con la eliminación de los malos recuerdos, son todos sinónimos del mantra escapista “todo está bien”. Esta retórica fue heredada a los ishayas por sabios autores como Robin S. Sharma y Miguel Ángel Cornejo, cuyos libros de autoayuda han superado la barrera del fraude atractivo, arrastrándose al nivel de la literatura de Cuahutémoc Sánchez, un interesante muestrario coprológico, pero jamás un conocimiento sensato que ha de adoptarse como filosofía.

El rezo prodigioso de “todo está bien” a la vez procede del principio de la represión inconsciente de Freud, un mecanismo de autodefensa mental que disminuye el impacto de las situaciones estresantes o traumáticas, dejando al individuo socialmente funcional, hasta que claro, el estrés acumulado explote en catexis suicida. La represión es un acto natural del cerebro humano, que salva de la psicosis y crisis nerviosas en ocasiones, poco o nada hay de espiritual en ello, pero está demostrado que reprimir constantemente deriva en actos nocivos para el individuo y su entorno, por lo que los ishayas deberían tener cuidado al explotar este mecanismo psicológico como un producto vendible de relajación.

Verdadera Trascendencia

La vida moderna con sus arritmias emocionales, síncopes neuróticos y escasez de autoestima requiere soluciones efectivas para evitar los suicidios y de ser posible vivir tranquilos un poco, antes de que un asteroide nos aplaste o el planeta agonizante nos devore con tsunamis y explosiones volcánicas estilo Krakatoa. De preferencia estas soluciones han de ser limpias, rápidas y fáciles, tanto como encender la televisión o calentar los residuos sintéticos llamados comida en el microondas.

Teniendo esto en cuenta es inaceptable la oferta del espiritualismo tradicional que pide reclusión, compasión y desprendimiento material. Además ¿quién asegura que esos monjes humildes, en paz consigo y la Naturaleza y empecinados en evitar dañar a sus semejantes sean felices? Cómo va a ser, si no tienen autos de lujo, grandes casas de playa y todos los objetos vendidos por el catálogo Avon de la temporada, no, eso no puede ser felicidad, pensaríamos atenidos al modelo de paz y confort consumista implantado en este orden social, a todas miras ineficaz y autodestructivo.

No hay cabida en el mundo moderno para bioéticas abstractas y convivencia pacífica, y tampoco hay muchos con la suficiente voluntad para separarse de sus cuevas con aire acondicionado en pos de buscar la verdadera realización del ego. Pero siempre cabe otra oferta más “viable”, una ventana de salvación y un “camino brillante” a la ascensión, capital, cuantificable, prosaico y medible. Como la droga de Burroughs.

Notablemente los caminos fáciles casi siempre dirigen a resultados no tan favorables ni totalitarios como quisiéramos, ¿acaso han demostrado efectividad los productos de ventas por televisión, que pintan el bienestar en un tiempo récord? Obviamente no, y entonces ¿cómo es que después de la inmunización desconfiada que la persona promedio presume tener de la ingenuidad, aún hay adeptos para los ishayas?

Piénselo, por unos pocos minutos, ¿será posible mantener un espíritu sano con una simple rutina de pilates místico al tiempo que se mantienen los hábitos modernos materialistas?, ¿qué clase de trasfondo confiable puede tener una secta que miente en su historia y reutiliza las teorías y técnicas de otras filosofías, vendiéndolas como un invento original y nuevecito?. ¿Qué clase de líder espiritual puede representar un ex-militar y un capitalista en concordancia con Ronald Reagan que presume de ser un sanador místico? Y por último ¿cree, remotamente, que en verdad pueda comprarse el bienestar del inconmensurable y enigmático “yo” con técnicas estandarizadas y una cantidad económica?

El mito de la vendimia salvaje se desmiente a sí mismo por ser un círculo vicioso de avaricias y poderes, quien compra esto o aquello posee más estatus, y en la leyenda Ishaya, quien paga por la Ascensión del Camino Brillante, tiene comprados el cielo cristiano y el Nirvana budista, además de mantener sus bienes físicos. ¡Todo en un solo paquete!

En sus doce años de vida como secta, los ishayas se han asentado en casi todos los continentes, esto es una velocidad prodigiosa que hace las envidias de la Iglesia Católica. Hay ishayas en Noruega, Estados Unidos, Canadá y en México, una proliferación prodigiosa que ruborizaría a la gripe aviar. Y todo indica que entre ser secta, charlatanes, recicladotes y risibles mentirosos, lo que mejor saben hacer es manejar una corporación multinacional.

Esta franquicia de ascensión rápida se vuelve especialmente repulsiva por la distorsión de conceptos culturales milenarios, occidentalizan sin respeto las tradiciones tántricas que de por sí ya se volvieron objetos deslucidos de la cultura pop y el estereotipo, presumiendo su total reinvención y amplia mejoría por la inclusión de unos cuantos elementos católicos y mentiras dietéticas sin fundamento científico.

Dejando de lado la redacción esotérica de folletín propagandístico de “Madam Pcíquica”, la curiosa perorata de la paz espiritual más allá de un tú y un yo que son el verdadero tú y yo, las pacíficas vibraciones que emite su sitio web de spa metafísico y el rotundo intento de convencer al público que su vida será miserable y mediocre a menos que compren su basura… bueno, dejando de lado todo esto no queda mucho que ver. Solo queda la contradicción de su teoría, falsedad histórica y científica, además del ruin intento de vender lo que otros métodos de Iluminación tradicionales regalan a quien se avoca en trascender realmente.

La Verdadera Trascendencia está lejos de ser el conveniente y cómodo paquete de liposucción abstracta que venden los Ishayas. Trascender consiste en comprender y para ello ha de aprenderse extensivamente, por medio del raciocinio y la autoevaluación, la motivación de los actos humanos, naturales, espirituales y físicos. El recogimiento de los sabios históricos, desde filósofos hasta monjes budistas, no demuestra más que un esfuerzo contemplativo para vislumbrar la dimensión y germen primigenio del Ego, unido inevitablemente a todas las criaturas vivas, pero separado de los caprichos materiales y la destrucción que el poder desencadena.

Se dice que la voz interior verdadera tan solo se manifiesta en el silencio de la soledad, en la meditación profunda y cuando se ha aprendido a escucharla hablará de si misma con claridad, legándonos el conocimiento del ser propio.

Ridículamente los ishayas comercian negando estas verdades, asegurando que su corta guía puede llevar al ser humano, en menos de lo que se vacía una cuenta bancaria, a un estado de superioridad aria, en un encantador retiro new-age para luego regresar tan campantes al engranaje del monstruo urbano, a las ventas nocturnas del Palacio de Hierro y a la Iglesia a besarle la mano a los pederastas.

Y para cerrar, otro pequeño anuncio de CVDIRECTO para este producto infaltable en su lista de fraudes cómicos:

¡Sin filosofía, sin esfuerzo, sin alejamiento material, nada de libros ni pensamiento, católica cien por ciento, con los beneficios acumulativos e inmediatos del condicionamiento pavloviano, tan fácil que hasta un militar sanguinario puede, completamente mundana en vogue y contradictoria, así es la Ascensión de los Ishayas, el Camino Barato a la Iluminación!

¡Llame ya! Tenemos para usted la verdad de quien es en realidad, una verdad que usted jamás podría descubrir por si mismo sin nuestra ayuda, porque en verdad ¡se la vamos a inventar también! Como dijo Maharishi Saddasiva Isham “cueste lo que cueste” y le va a costar así que haga su alcancía porque el que no paga no entra al reino de los cielos del Nirvana del chakra de la Ascensión del Soma de Nuestro Señor Jesucristo por los siglos de los truenos santos, Om.

San Ishaya Redentor hazme Bodhi por favor

Mirad la paz espiritual encarnada en el exquisito y divino arte Ishaya

Para Gato Clonado

Maharishi Pandit Aarya Lama Kaamadhenu Narayana Cef

.C.

domingo, 22 de junio de 2008

Yo NO me meto mugrero… nada más veo Televisa


Cuando de infante mi madre y abuela decían “no te metas ese mugrero”, por lo general prohibían el acto de colocar en la boca cochinillas, escarabajos y cucarachas a riesgo de llenarme de verrugas, además del peligro altísimo de perder el cabello si acaso me daba la gana tocar una polilla. Ahora que soy un hombre semi-calvo, se que la alopecia es hereditaria y que al igual que las verrugas, su causa es más la degradación humana que la curiosidad entomológica. Y asiduo a los desengaños infantiles, el término “mugrero” parece haber cambiado en la actualidad.

Sacando la cabeza para respirar, a través de la ventanilla de un rústico autobús en camino a la frontera con Zacatecas, me topé hace algunos meses con los anuncios espectaculares erigidos por el Gobierno de la Gente y patrocinados por los Impuestos de la Gente. La moda propagandística del gobierno coahuilense solía ser una frase acogedora y hogareña de seguridad, “el profe me cuida”, tan repetida y omnipresente que se tornaba en una fea amenaza de corte orwelliano, potenciada por la fotografía de una mujer con collarín que dudosamente sonreía, y traducida por los paranoicos como “el Profe te vigila”. En este reciente vistazo a las horribles pancartas perennes, hallo en su lugar un clamor, tan coloquial, espontáneo y juvenil, que parece escrito por manos publicistas: “Yo no me meto mugrero”.

Yo no me meto, tú no te metes, nadie se mete

Si acaso usted lector habita Saltillo, sabrá a que me refiero, lo que vi y aún veo al abordar una ruta 14, es un colosal desperdicio de plástico, donde las caricaturas de dos adolescentes andróginos, ataviados al supuesto estilo dominante, “emo”, sonríen orgullosos de su lozanía y refieren el slogan en una divertida tipografía torcida que resalta “NO” con un tono rojo prohibitivo, siguiendo la tradición conductista de la publicidad gubernamental.

Sin ánimo de criticar la iconografía estereotipada que reduce la mentalidad juvenil a la única subcultura vendible, la piel blanca de ejemplares individuos mexicanos y la notoria delgadez olvidadiza de que Coahuila es el estado con mayores índices de obesidad y diabetes del país, estas imágenes infrahumanas poseen más la fisonomía de un adicto al crack, que de jóvenes sanos y comprometidos con la democracia. Resulta esto curioso si se llega a la conclusión de que el citado “mugrero” es el denominativo satanizador que da la campaña a la gama copiosa de narcóticos que pululan en la urbe. Las drogas, dicen, depredan en tentadoras encarnaciones a la indefensa juventud saltillense, casi como demonios voluptuosos con cabeza de cigarrillo, botellas de brandy como piernas, cuerpo reemplazado por bolsas de solventes y cabello hecho con brotes de marihuana.

Analizando el lema moralizante, el “yo” es un sinónimo del “tú”, sugiriendo la equidad humana y la obligación inherente a imitar todo acto a la vista, así un buen consejo se convierte en una orden y una idea estúpida ejecutada por las mayorías en moda. Todo parece indicar que los estadistas, admirables autores de esta campaña con tantos precedentes fracasados que se torna aburrida, conocen a profundidad el tema de las drogas. El verbo “meterse” es el más adecuado para ilustrar el acto de consumir un narcótico. “Yo NO me meto mugrero”, funciona como un ordenamiento contundente a evitar introducir sustancias en cualquier cavidad corporal, oído, cuenca ocular, nariz, poros o recto.

La intención de la campaña es buena, imposible cuestionarlo, las eras y civilizaciones han demostrado que la satanización es el método más efectivo para causar ignorancia, miedo y persecuciones intolerantes que declinan en masacres, además el conductismo prohibitivo es la psicología de alta eficiencia que usan los diez mandamientos, previniéndonos de matar, violar, robar, codiciar y desear la mujer del prójimo…

Claro la intención es excelente, pero no hay miras de que el objetivo sea viable o remotamente realista. Para prueba, tomemos el hecho de que en la última Semana Mayor, el índice de consumo de estupefacientes se alzó, mejorando las ganancias de aquellos dedicados a lucrar con el vicio, narcomenudistas, y de honrados comerciantes que se enriquecen, involuntariamente encaminados por los demonios, los tristes ferreteros vendedores de pegamentos y los propietarios de depósitos etílicos y Modeloramas. Se cree que estos últimos irán derechito a la urna de las limosnas a depositar las cantidades millonarias ganadas con el fin de que se purifiquen (laven) comprando fincas a los frailes y ferraris a los nuncios.

Hasta el más ingenuo de los junkies se reiría de tan pobre intento para alejar a la juventud del “mugrero”. Existen tantas drogas que invariablemente se adecuan a la necesidad o experiencia deseada por el usuario, sea cual sea su clase social, afiliación partidaria o frustración, en ello radica gran parte de su carácter adictivo y en ocasiones irresistible. Si en el gobierno de la gente, los militantes priístas juveniles quieren ver un mejor Coahuila transformado por arte de mitomancia, el LSD ayuda, y en el caso de que los júniores elitistas acaudalados deseen reforzar sus murallas segregativas con más negligencia, pueden recurrir a los barbitúricos que les anestesiarán el horrible dolor de tener que compartir el mundo con los “escatológicos” pobres.

Las drogas, omnipresentes y más viejas que las religiones no se irán con espectaculares y anuncios televisivos mediocres, a diferencia de los cultos deíficos, su alquimia placentera, natural o artificial, provee realmente de un éxtasis científico al individuo. Y este placer, su misterio, asegura que pocos de sus feligreses abandonen la fe. Dijo el sabio Burroughs, que los adictos usan la droga para mantener alejado al “mono”, el espectro de la vacuidad y el hastío que provoca en realidad la Muerte y la desesperación, más que cualquier sustancia.

Metidos en el mugrero

Por si fuera poco el escandaloso listado en neón de los errores en que incurre la campaña juvenil anti-drogas, uno de los más poderosos y adictivos “mugreros” se escapa entre su destartalada inutilidad. El peligro de encontrar un narcótico en todo hogar saltillense o mundial es enorme, no obstante una sustancia putrefacta, nociva y adictiva coexiste en armonía con los habitantes desde hace más de medio siglo, proliferando en varios cultivos por vivienda y próximamente en alta definición.

Este mugrero, que no se inyecta, ni aspira, sino más bien se observa y entra por supositorios, mentalmente hablando, provoca terribles efectos en los usuarios ocasionales y los adictos crónicos. Un breve sumario incluye: la disminución de la actividad mental al punto del adormecimiento facultativo, en el cual el individuo entra en un estado de suspensión intelectual, las ondas Alfa cerebrales caen por debajo de la cantidad base, sujetando literalmente la atención del sujeto al monitor. Se suscita una merma en el pensamiento creativo, adaptando la cognición a las imágenes recibidas, que se configuran como la “realidad”. El sentido orientador del cerebro queda enfocado en los estímulos audiovisuales, cuyos rápidos cambios, cortes, ediciones y terminaciones mantienen al usuario en un estado de atención “hipnótica”, en el que la vigilancia se activa en repetidas ocasiones por minuto, algo similar a un choque eléctrico que obliga a mantener la observación de manera casi involuntaria.

La droga a la que me refiero, no condenada y más bien utilizado por la campaña mugrero, es cómo ya habrá usted adivinado: la televisión. La exposición prolongada a sus estímulos se torna físicamente nociva para la actividad neuronal, y reforzadas las imágenes con estatutos ideológicos del consumismo, la negación, diversas clases de misoginia, morbo y actos idiotas recompensados, el daño se dobla llegando al punto de mortificar la salud psicológica y física

No te metas con la tele, deja que la tele se te meta

En este punto, estoy seguro que una cantidad considerable de protectores y entusiastas de la caja-imbécil, saltarán como pinchados, aduciendo la inviabilidad clínica de llamar “adicción” a las cinco horas promedio de exposición en el infante, joven y adulto común a comerciales y programas de entretenimiento vacuo. Ya puedo verlos sintiendo agresiones de intolerancia y escándalo a esta noble tecnología que calienta los hogares con su tibio y balsámico brillo, pero como siempre, la ciencia tiene un argumento preparado en contra de las sandeces suavizantes que irónicamente se olvidan al hablar de otras drogas tales como la cocaína.

Hace casi cuarenta años el profesor Gary A. Steiner de la Universidad de Chicago investigó los efectos producidos en varias familias por la avería de un televisor. Y si llegan a pensar que un experimento realizado hace cuarenta años carece de validez actual, mediten de nuevo, pues entonces la convivencia con la televisión era mucho menor y por ello, los efectos presumiblemente más leves. Steiner descubrió, para su horror, que la familia muestra “caminaba por la casa como un pollo descabezado”, constantemente estresados, infelices y bordeando constante violencia física y verbal, al ser privados de su “entretenimiento” favorito, una parte esencial de su rutina vital. Supongamos que esta situación se diese a nivel masivo en la actualidad, y la tercera guerra mundial ya no sería por el agua.

“La tele es parte de ellos”, mencionaban las madres, “la tele es parte de nosotros” denuncian con su depresión, infelicidad y ansiedad los sujetos de los experimentos posteriores, que reiteraron fuera de dudas que la televisión genera síndrome de abstinencia en los usuarios. Faltan solamente unas pocas modificaciones en el DSM-IV y las leyes de sustancias actuales, para considerar al rectángulo de la mediocridad como un peligro latente. Por desgracia, también faltaría una revolución cultural que encaminara a los humanos en sentido opuesto a colisionar por deseo con lo dañino.

La variedad narcótica asombrosa ya mencionada aplica también en cuanto a la droga viso-fecal, con la única diferencia que no varían sus efectos, sino que su categoría deriva en diferentes presentaciones, llámense canales. Tristemente en México, este mugrero posee reducidas manifestaciones, restringiéndose a menos de 10 canales libres, entre los que sobresalen uno potencialmente nocivo: Televisa.

Metiéndose un sueño

¿Qué puede ser más denigrante y triste que un chico con síndrome de down bailando amaestrado en un programa explotador del sentimentalismo que gana dinero manipulando a las masas ociosas? Sólo aquellas masas ociosas que se divierten enternecidas con los ridículos ajenos y el morbo ilustrado en dosis diarias que les administra Televisa. Sin contar la presencia de su “bohemio” clon TvAzteca, también llamado TVyDefeca, Televisa impera en los sistemas metabólicos de la mayoría mexicana. Esto incluyendo a los adictos juveniles que sin empacho absorben este silencioso, pero nunca sutil, “mugrero”, deseosos en secreto de convertirse algún día en sus esculturales personajes favoritos, bendecidos por una estulticia sobrenatural, que parece alejarlos de todo mal pensamiento… o cualquier pensamiento.

Los efectos opiáceos producidos por la intoxicación visual con miasmas del alcantarillado, incluyen episodios alucinógenos en los que el adicto a Telemisa llega a creer que vive en una dimensión paralela y cuadriculada, reflejante, en una manera burda de la realidad mexicana. El nombre común que se da a este tipo de mugrero visual es telenovela. Por excelencia en esta mísera alucinación existen rasgos elementales que determinan su falsedad, por ejemplo, en el universo del mugrero de Televisa la gente obesa es prácticamente inexistente. A no ser por unos cuantos estereotipos “graciosos y nobles”, todos los habitantes primordiales e importantes, se muestran como una imagen acartonada de la “belleza”, enjutos, de facciones afables y tez clara, suponen una población refinada y reinante en la fantasía gaseosa, por flatulenta, donde el adicto pasa en promedio nueve años de su vida.

En este micro-universo, donde las tonalidades psicodélicas se reducen al rosa chillón y el azul celeste, la contaminación tampoco está presente, la pobreza es mínima, poco visible y los pobres exudan no hambre, desesperación, ni enfermedad, sino una sabiduría austera y esperanza perpetua de ser ricos. La justicia institucional es infalible y las necesidades excretorias del organismo quedaron suprimidas por la misma evolución improbable que pobló la Tierra con gente “bien”. En este sentido, unas cuantas horas consumiendo telenovelas, suponen un viaje quimérico más irreal que los de Dalí y más chocante que las Pinturas Negras, tan apabullante que ni un kilogramo del mugrero LSD podría igualarlo.

La superficie, o el nivel de intoxicación donde estas imágenes abundan se compone de las telenovelas, en menor medida de reality shows, e incluso noticiarios parciales. Cabe aclarar que esta categoría de alucinógeno televisivo, afecta tanto a adultos como jóvenes. Evidencia de esto es la tradición de Televisa para producir telenovelas juveniles e infantiles desde que sus capos principales, el Cártel de los Azcagada (conocidos por unos pocos como los Azcárraga), dieron cuenta del amplio mercado a capturar además de la facilidad y economía de su producción. Esta se realiza a partir del reciclaje continuo de clichés, exageraciones de la realidad y destilados de novelas de la Onda. Entre los procesos para fabricar novelas juveniles también se encuentra la costumbre de importar materias primas desde Colombia.

El consumo de Televisa posee un efecto de anestésico que rivaliza con la morfina. Los noticieros patrocinados por las élites económicas y el gobierno federal, tienden a nublar la visión de la realidad en el espectador, vendiendo un simulacro de país en dónde se promete que la guerra contra el narcotráfico es un problema menor próximo a resolverse, la miseria extrema de los indígenas es aliviada por una despensa anual y la esterilización obligada de las mujeres, la crisis petrolera se resolverá con ayuda de nuestros amigas empresas antropófagas extranjeras y principalmente que nuestra vida democrática, tan elevada, es entorpecida por la opinión crítica de unos cuantos malagradecidos bocones, movimientos pacíficos y la actividad analítica en general. Ante tan alentadoras noticias, el invariablemente crédulo mexicano, sentirá un dulce alivio de las tensiones sociales que lo atormentan, pues al momento en que el encéfalo recapta las moléculas ninguneadoras y optimistas de la televisión, da cuenta de que los horrores decadentes que lo circundan no son tan graves como creía.

Colateral a este embotamiento, existe un nivel notable de insensibilidad hacia impulsos externos desagradables. Así, el televidente anestesiado es inmune a molestarse en lo más mínimo por problemáticas sociales graves y se torna olvidadizo a lo que en algún momento formó escándalo. Un adicto a Televisa ignorará la muerte de miles en China y el cercano horror de las Muertas de Juárez si tiene la posibilidad de ingerir una ronda de “clásico de fut” o un supositorio visual de Pasión.

El daño cerebral que se atribuye al uso continuo de solventes, alucinógenos y tranquilizantes, coincide (otra vez) con la exposición prolongada al televisor. Si México ocupa el lugar número 39 de una lista de 40 países en un estudio de lectura no será culpa de la marihuana o la nicotina. Pregúntese usted ¿qué hace con su tiempo aquel ser humano que lee menos de 2.9 libros al año?, trabaja, sí, quizás juegue ajedrez, quizás escriba poesía, incluso puede pensarse que practica algún deporte, por desgracia la respuesta más común es la adicción a la televisión. Televisa siempre preocupada por generar el bienestar en sus adictos, absorbe un porcentaje de las necesidades mentales del individuo simplificándole la vida. El raciocinio, pensamiento creativo y la necesidad humana de absorber conocimientos nuevos, son suplantados a partir del consumo televisivo por la acción de memorizar los comerciales más graciosos, nombres de celebridades y la hora de transmisión de los programas más amarillistas.

Entre los efectos de la cocaína se resalta aquel del incremento en el interés y el placer sexual. La programación de Televisa, está repleta de mensajes que apelan al sexo como método de atrapar la atención del adicto, difiriendo en que solamente el deseo se amplifica y el placer es nulo. La presencia de contenidos misóginos, empecinados en mostrar a las mujeres como objetos sexuales y organismos que deambulan con el solo interés de aparearse, amplifica el alcance del machismo y la misoginia, además de incrementar la importancia de actividades lúbricas en las relaciones sociales. En el alucine televisivo el sexo vende, da placer, estatus, está de moda y carece de consecuencias embarazosas.

Si alguien “no se mete mugrero”, en esta época es digno de alabanza, no obstante el número monstruoso de televidentes en México, cantidad que rebasa a quienes cuentan con agua potable, vuelve difícil congratular a un individuo por estar “limpio”.

Yo, si me meto mugrero, NI me entero

Asombrosa es la cantidad de similitudes que Televisa comparte con casi todos los tipos de narcóticos. Funciona como un depresivo del sistema nervioso central hasta el nivel del retraso mental, tranquiliza al usuario y opaca su percepción a modo de alucinaciones. En sí es el estupefaciente más barato del mundo, si ignoramos la cantidad de productos inútiles que el adicto se ve obligado a consumir debido a la publicidad. Los cambios de hábitos que la necesidad compulsiva de ver televisión genera, van desde el abandono de actividades familiares hasta la adopción de corrientes populares de vestimenta y lenguaje, hecho risiblemente notorio en la población juvenil. El síndrome de abstinencia ya citado degenera en un sentimiento de inseguridad personal y auto-desprecio al no poder verse como los objetivos humanos planteados por la telebasura, en consecuencia, otras pequeñas adicciones, léase consumismo y borreguismo, ensanchan el vacío dejado por Televisa en el adicto, esta peculiar característica es única y propia del narcótico televisivo.

Asombroso es también, el triste desliz que cometen la campaña “Yo NO me meto mugrero”, y todos sus precedentes que lejos de prevenir sobre los efectos nocivos de la televisión, pavonéanse en este medio masivo, llevando su mensaje parcial e inquisidor de condena a los estupefacientes, cuando estúpidamente su transmisión se refuerza en el uso de la más nociva y denigrante adicción que ha concebido el hombre.

“Yo no me meto mugrero”, tampoco mete información, los sabios publicistas olvidaron reforzar su campaña con datos duros y anecdóticos sobre los efectos que el consumo excesivo de narcóticos provoca en el organismo, deduciendo que debido a tantas campañas anteriores, sólo es necesario un recordatorio de que los estupefacientes son "mugrero" y es inútil proveer una razón firme de porqué se les considera así.

Mientras los preocupados seguidores del “Profe Moreira”, y Su Alteza Felipe Calderón aconsejan a los jóvenes alejarse a toda prisa de cualquier polvo blanco o forma de cigarro, sea por medio de campañas inútiles o pruebas de orina forzadas, su buen amigo el televisor pregona las bondades festivas del alcoholismo mientras convenientemente anuncia sus ambiciones políticas. Afuera del bonito cosmos del México lindo y querido, gente de valores, jóvenes emprendedores sanos, tierra rica y empleos crecientes, la realidad es tan fea que lo mejor sería ignorarla.

Tres de cada diez alumnos de secundarias y preparatorias son adictos a algún estimulante, informa el sector Salud, la idiotización crónica merma la capacidad intelectual de la juventud, ruedan las cabezas tan comúnmente cuales maromas desérticas, en los raves el uso de drogas es propiciado sin responsabilidad. Y el problema no es simplemente la influencia de un medio gangrenado por la violencia y la falta de valores cristianos, corresponde a la convivencia familiar. Inicia desde que los padres aconsejan u obligan al infante a ver televisión para tranquilizarse, entretenerse, educarse y “estarse quieto”, con la mente en blanco. El crecimiento cercano al televisor consume lentamente la capacidad cognitiva, formando individuos de voluntad marchita, ideas predigeridas y ambiciones de telenovela.

Tal es así que el consumo de drogas es de esperarse como consecuencia natural a un desarrollo personal atrofiado. Por ende las campañas entusiastas y leves como “Yo No me meto mugrero”, carecen de cualquier utilidad al no contemplar entre su catálogo de demonios a Televisa, y sus asiduos. Esta adicción masiva, crónica e involuntaria, incontrolada, neurocida, es la menos noble de todas, pues el único efecto que no contempla entre sus alteraciones al organismo del individuo es la estimulación del sistema nervioso y el tan descuidado encéfalo.

Para el Gato Clonado

.C.